Estos paneles, que además de hormigón consideran otras materialidades para su fabricación, podrían utilizarse para energizar edificios patrimoniales ya sea en forma de tejas, en muros o pavimentos, sin provocar alteración en las fachadas de estos espacios.
El incentivo para instalar paneles solares en edificaciones patrimoniales o incluso, en aquellas modernas, choca con una serie de restricciones, por ejemplo, el hecho de que no puedan modificarse las fachadas o, quizás la que más peso tiene, el costo de instalación de los paneles.
Una de las alternativas, en el caso de edificios modernos, es el denominado hormigón fotovoltaico, que en el fondo son elementos de hormigón que, gracias a la instalación de láminas fotovoltaicas, tienen la posibilidad de generar energía eléctrica. Sin embargo, esta tecnología sigue en desarrollo y en el caso de edificaciones patrimoniales, sería prácticamente imposible utilizarla.
¿Cómo dotar, entonces, de energía sustentable a esos edificios? La respuesta vino de la mano de una firma italiana que logró condensar todo el aparataje de un panel solar convencional en elementos como el hormigón, consiguiendo así lo que denominan como un “panel solar invisible”.
La ciencia detrás del “panel solar invisible”
Uno de los grandes desafíos que tienen las edificaciones patrimoniales es que, por su data, no cuentan con fuentes de energía e instalar alguna que sea renovable, significa una alteración completa de la arquitectura con la instalación de todo lo que significa tener un panel solar. Junto con esto, están los costos: ¿se prefiere dotar a un edificio de energía sustentable o mantener su integridad estructural?
El “panel solar invisible”, desarrollado por la empresa italiana Dyaqua, busca solucionar esos dos aspectos. Primero, se trata de un elemento de hormigón -que también puede ser de otros materiales- que puede instalarse prácticamente en cualquier espacio: techos, pavimentos, muros e incluso, mezclarlos. De esta manera, se pueden tener muros y techos con esta tecnología, por ejemplo.
La gran innovación que existe detrás de este desarrollo es que las células fotovoltaicas, responsables de la captura de la energía solar están protegidas por una cubierta fabricada con un material superficial que tiene una baja densidad molecular. Esto permitiría, según la compañía, que las células fotovoltaicas capturen la energía.
“Todo está en la densidad: tiene que ser la suficiente para engañar al ojo pero no demasiada para que no bloquee los rayos del sol”, comentó Giovanni Quagliato, el inventor detrás de esta innovación.
Rendimientos notables para energizar espacios históricos
La fabricación de los bloques se compone de materiales como el hormigón más un polímero no tóxico, que mantiene la apariencia del material principal de los bloques. Estos se construyen bajo métodos artesanales, por lo que la producción es limitada. Sin embargo, esta característica permite crear elementos como tejas, adocretos u otros, lo que entrega a estos paneles solares invisibles una flexibilidad única en cuanto a materialidad y uso.
Las primeras pruebas de esta tecnología se realizaron el año 2018 en una instalación en Pompeya, desarrollada con participación pública y privada. Los primeros datos arrojaron que esta tecnología tuvo un desempeño de 70 Watts Peaks por metro cuadrado, equivalente a la mitad del rendimiento de un módulo fotovoltaico tradicional.
Además de reciclables, estos paneles invisibles tienen un peso que permite transportarlos sin necesidad de recurrir a maquinaria pesada y su diseño le permite resistir la acción del tiempo. Asimismo, gracias a la química aplicada para la creación del panel, la superficie de éste permanece limpia, por lo que su mantenimiento es mínimo.