Con la idea de crear un nuevo punto de entrada para la ciudad de Vancouver, el estudio de arquitectura BIG diseño un proyecto que, para llevarse a cabo, tuvo que cumplir con una serie de restricciones debido a su ubicación. El resultado fue un particular edificio de gran altura, que cumplió con creces con su idea principal.
Desde hace algunos años, la ciudad de Vancouver, ubicada en la provincia de Columbia Británica, específicamente, en la costa pacífica de Canadá, busca cambiar su paisaje urbano incorporando edificaciones de formas arriesgadas y de gran altura, con modernas fachadas de cristal, los que, a su vez, colindan con parques y edificios de baja altura, como un proyecto que se revisó anteriormente en esta sección.
Precisamente, uno de los edificios que simboliza mejor ese desarrollo es el Vancouver House, una torre de 150 metros de alto cuya particular forma significó, además de un desafío en términos estructurales, darle un nuevo “punto de acceso al centro de Vancouver desde el Puente de Grandville, formando una puerta de entrada a la ciudad”, explicaron desde BIG, estudio de arquitectura danés a cargo del proyecto.
La construcción de la torre comenzó en 2013 y se completó en 2018. Antes de finalizar el proyecto, el edificio -también conocido como “Twisted Tower” por su particular forma- recibió el premio al Mejor Proyecto Futuro de 2015, en la edición de ese año del Festival Mundial de Arquitectura. Según informó en la ocasión el portal Dezeen, los jueces eligieron a esta torre “porque mitiga el impacto destructivo del paso elevado de una autopista sobre la forma urbana y la infraestructura, generando una nueva tipología urbana ejemplar”.
Transformando una base triangular en un edificio rectangular
Para BIG, la torre Vancouver House, en conjunto con su base, “son una nueva interpretación de la tipología local, denominada ‘Vancouverismo’, que se refiere a un nuevo podio urbanista unido a una torre delgada que busca preservar las vistas de la ciudad desde la torre, al mismo tiempo que activar las peatonales que rodean a este polo urbano”.
Para ello, la ubicación del edificio fue fundamental y, al mismo tiempo, supuso toda una planificación detallada por parte del estudio de arquitectura para que su impacto en el entorno fuese el menor posible, ya que su base “se encuentra condicionada a dos elementos barriales significativos, incluyendo un retroceso de 30 metros desde el Puente de Granville, el que asegura que ningún residente tendrá ventanas o balcones en medio del alto tráfico como también, la preocupación sobre qué tan al sur se puede construir esta torre para asegurar la luz del atardecer a un parque cercano”.
Como resultado de estas restricciones, la torre Vancouver House comenzó a desarrollarse en un triángulo de 557 metros cuadrados, elevándose y girando para convertirse en un edificio rectangular de 1.300 m2 y 59 pisos, alcanzando la altura de 150 metros.
Siguiendo el concepto del ‘Vancouverismo’ y dadas las restricciones de espacio, la torre Vancouver House cuenta con un podio de uso mixto. Este podio, que tiene nueve pisos, en conjunto con otras tres edificaciones triangulares de baja altura, conforman un complejo que complementa y da sentido a esta torre torcida y dan cabida a tiendas, departamentos para renta, oficinas y otros servicios.
Otro de los elementos importantes del proyecto es la instalación de exhibiciones artísticas bajo el Puente de Granville, para incentivar el uso peatonal de esa zona. Sobre este punto, el arquitecto Bjarke Ingels, de BIG, comentó a Architectural Digest que “uno camina en una estación de trenes europea y una de las cosas que hace es mirar hacia el techo, y si éste es un lienzo con una pintura que llama nuestra atención, entonces el edificio es sólo la forma que estira el lienzo. Si observas al Vancouver House y ves estos triángulos que están entre el edificio, comenzarás a entender cómo los puentes han dado vida a estas formas.
El desafío estructural del Vancouver House
El otro gran desafío de este proyecto está relacionado con su diseño estructural y cómo éste debió asegurar la compleja forma de la torre, como también, cumplir con las restricciones impuestas para su construcción.
Para ello, se utilizó hormigón in situ para ir dando la particular forma a este edificio. Muros alargados, reforzados con varillas verticales postensadas, suben por el lado plano del edificio para resistir las fuerzas de flexión, mientras que el núcleo del edificio, diseñado como una caja cerrada, es el encargado de soportar las fuerzas de torsión, a medida que la torre va girando desde su base triangular a su cima rectangular.
Para asegurar la integridad estructural del proyecto, el diseño contempló el retiro de las cargas de los pisos superiores de la torre y las transfirió a las columnas y al núcleo del edificio, el que está fabricado con hormigón y fue diseñado con varas de refuerzos verticales postensadas, encasilladas en un muro de hormigón.
Asimismo, se incrustaron barras de acero en las vigas de las puertas. Finalmente, cables postensados que van al interior de las losas, en conjunto con varillas postensadas, transfieren las cargas a un sistema de ramificación formado por columnas y muros de corte, mientras los pisos se extienden hacia arriba.