Industrialización y productividad: ¿Qué hacer?

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Los últimos números en materia de productividad confirman un diagnóstico compartido: el estancamiento de la construcción en esta materia. Por ello, en Hormigón al Día quisimos conocer más sobre cuáles son las alternativas que pueden ayudar a mejorar índice, el que es fundamental para el desarrollo y el crecimiento de Chile.

A comienzos de este año, luego de que el Comité Nacional para la Productividad entregara el resultado del estudio anual de la productividad total de los factores (PTF), los titulares destacaron el crecimiento de la economía del país en la materia en un 1.3% (sin incluir al sector minero) el año 2018, revirtiendo la tendencia a la baja de los años anteriores. Sin embargo, en el desglose por sector, la construcción nuevamente arrojó cifras negativas (-2%).

El diagnóstico de esta cifra que realizan los distintos actores de la industria de la construcción es compartido y lo resume Marcos Brito, gerente de Construye 2025, programa impulsado por a Corporación de Fomento de la Producción (CORFO): “La productividad sectorial no sólo es menor a la de otros sectores, sino que su crecimiento está estancado”.

Sven Diethelm, gerente de innovación y productividad de CVV, añade que uno de los factores principales que genera el estancamiento del sector se encuentra en la poca coordinación de las distintas etapas de un proyecto. “Creo que en una fase más básica, pero en la que uno siempre vuelve a recaer, dice relación con mejorar los procesos de planificación, coordinación y control”.

Así, tanto esta como otras razones del estancamiento son las que actores públicos y privados buscan romper. “Dada la situación de estancamiento del crecimiento de la productividad del sector, que ha durado más de 20 años ya, el concepto de la industrialización surge como un camino claro hacia mejorar la eficiencia de los procesos productivos en edificación en varios frentes”, asegura Brito.

Industrialización y prefabricación como mejora de productividad

La experiencia internacional dice que industrializar procesos tiene mejoras significativas en los índices de productividad. Esto, porque labores que se realizan en una misma obra se trasladan a un ambiente controlado, en el que se aseguran el control de calidad de las materias primas, de la fabricación del elemento y de la gestión y administración, entre otros aspectos.

“El desarrollo de industrias prefabricadoras de componentes abre todo un frente de oportunidades –comenta Marcos Brito– donde al producirse elementos bajo condiciones controladas, con procesos repetitivos, secuenciados y con mano de obra especializada, el resultado es mucho más rápido, preciso, limpio y, por tanto, más eficiente y productivo”.

El hormigón, en este ámbito, juega un rol fundamental, ya que es la materia prima por excelencia a la hora de construir y por ello, su prefabricación, si bien tiene varias décadas, apunta a que este proceso se dirija hacia “sistemas de manufactura avanzada, de mayor sofisticación técnica, pero también hacia un ecosistema más integrado en su cadena de valor, donde los proveedores toman un rol más importante desde el diseño de los proyectos”.

En este punto, cabe preguntarse qué es lo que se busca industrializar. “No sacamos nada con industrializar o hacer procesos de prefabricación sin incorporar a los proyectistas, es un trabajo en conjunto en BIM que hay que sacar adelante como país”, aclara Rodrigo Aljaro, gerente de desarrollo inmobiliario de Empresas Armas.

En un primer aspecto, Aljaro reconoce que la velocidad con la que se diseñan los proyectos constructivos en Chile, no facilita del todo la incorporación de elementos prefabricados de manufactura avanzada. “Cuando se monta un proyecto, el mandante dice “hay que sacarlo en tantos meses más’, estableciendo un plazo que no es suficiente para hacerlo prefabricado. Lo usual es fabricar las piezas en obra, lo que finalmente no tiene mucha diferencia con hacerlo prefabricado”, dice.

En el mismo punto, el gerente de Armas explica que “hoy día muchos sistemas constructivos de obra, como los moldajes de aluminio, ya tienen soluciones a escalas in situ, rasgos de ventanas y nivel de terminaciones, como si fuera prefabricado”.

“En los países ya industrializados –asevera Marcos Brito– estos elementos están presentes en hasta un 30% de las obras. Pero el impacto de que lleguemos a un 15%, 20% o 30% de prefabricación en las obras en hormigón es tremendo, dado que ahí será cuando veamos cambiar la curva de la productividad hacia niveles como los del resto del país”.

Sin embargo, lo que frena la industrialización –en la forma que habla el gerente de Construye 2025– es la falta de estándares para ir incorporando estas tecnologías que, finalmente, impulsan a una mejora en la productividad. “Yo creo que efectivamente, en la medida que los proyectos incorporan ideas de industrialización desde etapas tempranas, en la medida que estos incorporen conocimientos de construcción, o sea, involucren al actor constructora en etapas más tempranas también, permite un diseño más construible. Y, sin lugar a dudas, esta industria en particular, en el mundo, navega hacia la industrialización”, destaca Sven Diethelm.

Ruta hacia la productividad

Si bien la prefabricación es una pieza angular en el camino a la productividad, desde la industria también mencionan el trabajo colaborativo a través de distintas plataformas como un aspecto de suma importancia a la hora de mejorar la eficiencia de los procesos.

“El poder integrar todos los procesos desde un inicio –explica Rodrigo Aljaro– va de la mano con estar trabajando en una plataforma compartida. A eso se le llama trabajo colaborativo, que es hacerlo en una plataforma donde todos van compartiendo el trabajo y todos van mirando lo que se hace. Esa forma de trabajar es lo que haría hoy en día la diferencia”.

Como menciona antes Diethelm, la incorporación de los actores al proceso de diseño constructivo es fundamental para destrabar y elevar los índices de productividad del sector. “Nuestra mirada, en el fondo, ha sido tener estrategias diferenciadas para los distintos mercados pero por otro lado, buscar que esas prácticas y esos estándares se vayan logrando transversalmente, con adaptaciones, pero transversalmente”, dice el ejecutivo de CVV.

Siguiendo en ese aspecto, en CVV se han impulsado tres estrategias desde su gerencia de innovación y productividad que buscan, precisamente, mejorar este último aspecto. Estas, dicen relación, en un primer punto, con “mejorar el proceso de planificación, coordinación y control”. Junto con eso, analizar y mejorar la relación con los subcontratistas y por último, “fortalecer el aseguramiento de calidad. Una pérdida importante de productividad es hacer la tarea dos veces, así es que hemos estado en los últimos años definiendo y empujando estándares para asegurar la calidad de mejor manera porque finalmente siempre existen brechas en la calidad de los trabajos”.

Por otro lado, la incorporación del sistema BIM también se traduce el aumento de los índices de productividad. “Hay evidencia internacional de países como Inglaterra, que mejoraron ostensiblemente su productividad al integrar BIM como estrategia nacional, tal como lo estamos impulsando en Chile a través de Planbim”, comenta Marcos Brito.

“En Armas ya se empezó a aplicar este sistema, hasta poder llegar a utilizarlo de manera colaborativa”, asegura Rodrigo Aljaro, quien agrega que “empezamos a pedir a todas las especialidades que tuvieran BIM, ya que a nosotros nos interesaba incorporarlo en la empresa, incluyéndolos gradualmente. Hoy están todos trabajando con la intención de llegar a trabajar de forma colaborativa”.

Si bien estas iniciativas particulares van en la dirección correcta, aún faltan pasos que dar hacia una construcción industrializada propiamente tal. Para el gerente de Armas, existen al menos dos factores: el ya mencionado modelo de inversión chileno y la ausencia de una alianza estratégica público-privada que incentive a las empresas a construir con esta metodología. “Así como existen subsidios para las viviendas” –manifiesta Rodrigo Aljaro– “tiene que establecerse un subsidio para viviendas prefabricadas de parte del estado; tenemos que entender que más pronto que tarde las viviendas serán prefabricadas en planta”.

“Mi impresión –agrega Sven Diethelm– es que la estrategia de mejoramiento de productividad tiene que ser más bien evolutiva y en proyectos donde el riesgo sea menor, donde sea evidente el beneficio. Es obvio lo que estoy diciendo pero por ejemplo, en el caso nuestro, hemos hecho estadios donde ahí hemos cambiado de método a prefabricado, con evidente beneficio”.

“Creo que durante los próximos 20 años este tipo de conceptos ya no serán una alternativa más, sino que serán el estándar”, dice con optimismo el gerente de Construye 2025. Esa afirmación es la que los distintos actores del sector esperan: que se llegue a un nivel tal que todos los actores apuesten por estas metodologías.

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