La Carretera Hídrica transformará al país en una potencia agroalimentaria
La estimación de Juan Sutil, Presidente de la Corporación Reguemos Chile, es que en marzo de 2024 se inaugure el primer tramo de la llamada ruta hídrica. “Este sueño es el sueño de muchos actores”, señala, quien adelanta que a fines de este año quieren presentar la iniciativa ante el Consejo de Concesiones del Ministerio de Obras Públicas, cita que esperan concretar en diciembre próximo.
La idea central de la Corporación Reguemos Chile (RCH), es llevar agua desde el sur, donde existe en abundancia, hacia el norte del país, para regar un millón de hectáreas distribuidas entre el Biobío y Atacama.
Según las estimaciones del Banco Mundial, “la población del mundo alcanzó en el 2010 a los 7.000 millones de personas, de los cuales 3.600 millones eran consumidores de alimentos que Chile produce. Al 2050 la población se espera que alcance a los 9.800 millones y que, de ellas, 7.000 millones demanden nuestra oferta”, cuenta Juan Sutil.
El 25% de la producción agrícola de Chile se concentra en la Región del Maule, lo que equivale a 200 mil hectáreas bajo riego. A modo de ejemplo, con la implementación de la Carretera Hídrica es perfectamente posible generar ese mismo polo productivo en Copiapó, donde esperamos regar 200 mil nuevas hectáreas. De lograr este aumento en producción agrícola, podríamos incrementar en tres puntos el Producto Interno Bruto (PIB) del país. A su vez, crear una región como el Maule en el norte, llevando desarrollo en todo ámbito para dicha región. Con todo lo anterior, Chile podría pasar a ser un país desarrollado y nos pondríamos a la altura de Portugal y de España”, comenta.
¿Cuál es la viabilidad de la Carretera Hídrica?
Creemos firmemente que reunimos todas las condiciones para que este proyecto pueda ser declarado de interés público y entendemos también que eso requiere de un apoyo político y de una conciencia ciudadana que signifique que sea calificado como beneficioso para el país. El proyecto de Carretera Hídrica buscar democratizar, descentralizar y desarrollar. En ese sentido, se requiere de muchos actores para su materialización, es un proyecto colaborativo. Hay que mirarlo en términos de generación de riqueza futura. En cinco a seis años más la agricultura va a sobrepasar al cobre en exportaciones. ¿Por qué este concepto no es utópico?, porque el mundo requiere y requerirá de mayor y mejores alimentos para satisfacer la demanda.
¿En qué estado está hoy el proyecto?
Queremos llegar a diciembre de este año con todos los estudios que se están trabajando en su fase final. En abril de este año comenzamos el estudio de demanda de las zonas de riego, documento que tomará seis meses. Iniciamos los análisis relacionados con la ingeniería del trazado, que abarca ocho regiones del país. En septiembre se espera iniciar el estudio socioeconómico, el más relevante para la Corporación. Este estudio englobará todo y nos permitirá presentar el proyecto al MOP en diciembre de este año, para que se declare de interés público, calificación que esperamos lograr durante el primer semestre de 2019.
Estamos en los estudios de la ingeniería de detalle, pasamos de la ingeniería conceptual a la de detalle, lo que estamos haciendo es precisar, por ejemplo, el trazado.
De obtener el carácter proyecto de interés público, el proyecto deberá profundizar sus estudios, los que tendrán un mayor costo, proceso que se podría extender por cuatro años más. Terminada esa etapa, la autoridad estaría en condiciones de licitar la iniciativa.
¿Cuáles cree serán los mayores desafíos en torno al proyecto?
Esto va a requerir de un acuerdo nacional que involucre a todos los actores y que permita una legislación que pueda desarrollar el proyecto. Acá los desafíos están dados por la ingeniería y para eso estamos estudiando grandes soluciones. Junto con ello, no solo vamos a compensar, sino que también colaborar en mitigar los efectos que el cambio climático ha tenido en nuestro país. Efectivamente, traer el agua tiene connotaciones ambientales y para eso estamos haciendo estudios. El principal desafío estará en el impacto ambiental que todos los proyectos de esta envergadura podrían generar; sin embargo, tenemos la convicción que encontraremos alternativas para que estos sean del menor impacto posible.
¿Qué tipo de obras requerirá este proyecto de ingeniería?
Alrededor del 80% del agua transportada será en base al impulso propio de la gravedad, utilizando las pendientes naturales que posee la geografía del país. Además, para movilizar y trasladar el agua se considerará la construcción de una serie de obras como acueductos; túneles para caudales grandes pero a baja presión; embalse superficiales; uso de acuíferos para su inyección y recuperación (embalses subterráneos); desarenadores o decantadores para las tomas de agua en cada río; un canal abierto trapezoidal, similar al Canal San Carlos en Santiago; y estaciones de bombeo. El canal abierto será de 18 metros de base y 36 de superficie, que equivale a una carretera de dos pistas de auto. Éste se irá achicando hacia el norte en la medida que vaya entregando agua. Junto con eso, la carretera estará cubierta de paneles solares de Santiago al norte y, por lo tanto será autosuficiente energéticamente, se irá autoabasteciendo y, además, será generadora de electricidad que podrá inyectar a la red.
Gestión del agua
¿Cuáles serán los beneficios de la Carretera Hídrica?
Entre los impactos concretos que se busca concretar, destaca el duplicar las exportaciones chilenas de alimentos en los próximos 20 años para transformar al país en la potencia agroalimentaria del hemisferio sur. Este proyecto propone subsanar la ausencia o deficiencia de infraestructura hídrica, creando la necesidad de plantear soluciones alternativas para continuar con el desarrollo de Chile y rentabilizar la infraestructura de embalses realizada en el pasado por el Estado.
¿Cuál es la propuesta de la carretera en lo relacionado a la gestión del agua?
El uso eficiente de agua a nivel mundial se ha convertido en una necesidad crucial para garantizar la sostenibilidad de este recurso esencial para la vida, el desarrollo y el ambiente. En ese sentido la Corporación distingue cuatro grandes zonas, diferenciadas por la disponibilidad de agua. El trazado recorrerá 1.800 kilómetros y contempla cinco tramos: el primero irá desde la Región del Biobío hasta la de O’Higgins, pasando por el embalse Digua y Colbún. El segundo tramo avanza desde la Región de Maule hasta la Metropolitana, pasando por el futuro y proyectado embalse Cachapoal. El tercero nace en la Región de O’Higgins hasta Coquimbo, donde está el embalse Corrales. El cuarto tramo va desde el embalse Corrales hasta el embalse Puclaro, pasando por los embalses Cogotí, Paloma y Recoleta. Y el quinto va desde el embalse Puclaro hasta Huasco. Los retiros de agua en las regiones del Biobío y El Maule, se realizarán los meses de máxima disponibilidad hídrica y menor demanda, es decir, entre los meses de abril a octubre, respetando siempre los caudales de cada cuenca, su manejo integral y la variabilidad climática de cada período.
¿Cuál será el modelo de negocio?
La carretera hídrica se abastecerá de las aguas provenientes de los excedentes de los ríos del sur invitando a los propietarios de derechos de agua, sean públicos o privados. El hilo conductor será la infraestructura de canales existente y también la elaboración de algunos otros que el diseño de ruta determinará. Y para su distribución serán las actuales agrupaciones de canalistas las que administrarán el recurso. El modelo de negocio propuesto por la Corporación para el proyecto, funciona bajo el concepto de empalme, que se usa en el sector eléctrico cuando se requiere energía para iluminar un territorio desocupado.
A modo de ejemplo, en Copiapó un suelo vacío desértico tiene un muy bajo valor, porque no tiene agua. Pero si tuviera disponibilidad de este recurso, tendría mayor valor económico. Entonces, si paga por el agua, ese terreno que antes valía 1, podría costar 10 y por tanto el modelo captará parte de dicha plusvalía y cobrará por el suministro de agua.