Emplazado sobre las aguas de la bahía de Vejle, al inicio del fiordo que toma el nombre de esta ciudad danesa, este edificio de tres pisos se adapta a su entorno y cambia radicalmente la forma de concebir un complejo de oficinas, ofreciendo espacios únicos tanto al público como para quienes deben realizar sus labores diarias en ese particular edificio.
Ubicado en la región central de Dinamarca, el fiordo de Vejle se extiende hacia el este desde la ciudad a la que debe su nombre, en la península de Jutlandia, desembocando en el Kattegat, una amplia zona marítima entre ese país y Suecia. La zona donde se encuentra el fiordo se caracteriza, entre otras cosas, por su paisaje montañoso -algo inédito en un lugar cuya elevación máxima sobre el nivel del mar es de 170 metros- cuyas colinas atraviesan el lugar de norte a sur.
Precisamente, al inicio del fiordo, en la costa de la ciudad de Vejle, se encuentra “Fjordenhus”, proyecto del artista local Olafur Eliasson, conocido principalmente por sus instalaciones y esculturas, y que el año 2018 inauguró el que sería su primer proyecto vinculado al mundo de la arquitectura.
La idea nació desde KIRK KAPITAL, una empresa vinculada al mundo del mercado financiero e inversiones, que buscó en el artista una visión distinta para el que sería su nuevo centro de operaciones, una vez finalizado el proyecto.
Asimismo, el nuevo edificio formaría parte de un plan de remodelación urbana llevado a cabo por el municipio de Vejle, que contempló otra serie de obras para transformar y revitalizar su borde costero con proyectos más residenciales en la que era antiguamente una zona eminentemente industrial.
Un palacio que se alza desde las aguas
“Fjordenhus” -o la “casa fiordo”- es un espacio que ofrece “una interpretación contemporánea de la idea de una obra de arte total, que incorpora obras de arte específicas para este espacio fabricadas por Eliasson, con especial atención al mobiliario y a la iluminación del edificio”, comentaron los encargados del proyecto.
La edificación se ubica junto a la instalación “La isla de la bahía” (“Havneøen”), una isla artificial que se desarrolló en respuesta al llamado del municipio de Vejle de revitalizar el sector. En ese sentido, la “Fjordenhus” aparece como el punto central de todo este proyecto, ya que puede vislumbrarse desde el eje urbano principal de la ciudad, ya que el edificio parece emerger desde el agua, lo que brinda además un nuevo punto de conexión entre el fiordo y el centro de Vejle.
Uno de los puntos críticos del proyecto resultó ser el acceso al edificio. Al estar ubicado sobre el agua, el estudio de arquitectura de Olafur Eliasson resolvió ese desafío con un puente peatonal y, para vincular a la “Fjordenhus” con el resto de las instalaciones de la bahía, se incorporó un pasaje subterráneo que conecta al edificio con el muelle, obra del paisajista Günther Vogt.
Hormigón como solución constructiva
La “Fjordenhus” es un edificio de 28 metros de alto que está formado por cuatro cilindros que se intersectan, generando su particular forma. La planta baja del edificio es un espacio público para que los visitantes puedan disfrutar de vistas panorámicas hacia el puerto y su decoración estuvo a cargo del propio Eliasson, quien creó obras de arte especiales para este espacio. Los pisos restantes del complejo albergan las oficinas de KIRK KAPITAL, los que también cuentan con obras -incluyendo mobiliario- diseñados por el artista.
Tanto las losas de piso y cielo de la “Fjordenhus” son de hormigón blanco. Estos elementos ocultan la distribución de la infraestructura técnica, por ejemplo, el sistema de calefacción o de aire acondicionado. El patrón cuadriculado de los volúmenes circulares negativos recortados reduce el peso general del techo y estos vacíos además sirven para sostener luminarias y modula la acústica del espacio. Asimismo, los muros también se fabricaron con hormigón, dada la compleja forma del edificio, los que posteriormente se recubrieron con ladrillo danés.
Para Olafur Eliasson, este edificio -inaugurado en 2018- representó “una obra de arte total y una estructura arquitectónica completamente funcional. Experimentamos desde el principio con la creación de un edificio orgánico que respondiera al flujo de las mareas, a la superficie brillante del agua, cambiando en diferentes momentos del día y del año. Las paredes curvas del edificio transforman nuestra percepción del él a medida que avanzamos a través de sus espacios”.