Parte de la denominada Plaza de los Tres Poderes, el edificio del Congreso Nacional de Brasil es, quizás, el edificio más reconocido dentro de Brasilia, la capital del gigante latinoamericano que, desde 1987, es reconocida como Patrimonio de la Humanidad por UNESCO. Su arquitecto, Oscar Niemeyer, privilegió el hormigón blanco y el mármol para dar forma y color a este icónico edificio.
Entre los años 1956 a 1961, el médico Juscelino Kubitschek se transformó en el vigesimoprimer presidente de Brasil. Kubitschek, quien ya tenía experiencia en la arena política como alcalde de Belo Horizonte, gobernador de Minas Gerais y diputado federal, asumió la primera magistratura de Brasil bajo el lema “50 años de progreso en 5 años”, bajo el que desarrolló una serie de obras públicas en el denominado “Plan de Desarrollo Nacional”, también conocido como “Plan de Metas”.
Entre estas, la construcción de la “nueva” (para ese entonces) capital Brasilia, fue una de las prioridades para el gobernante. Se trataba de una obra consignada incluso en distintas constituciones brasileñas, pero no fue hasta que Kubitschek llegó al poder que comenzaron las obras, que incluyeron a la Plaza de los Tres Poderes, espacio donde actualmente se encuentran LOS edificios del Tribunal Supremo Federal, el Congreso Nacional con sus dos cámaras y el Palacio de Planalto, donde radica el poder ejecutivo.
Para llevar a cabo esta obra, el entonces mandatario se contactó con el arquitecto Oscar Niemeyer, con quien ya había trabajado durante su periodo como alcalde de Belo Horizonte. Niemeyer, junto con el también arquitecto Lucio Costa, iniciaron la construcción de la nueva capital en febrero de 1957. Así, mientras Niemeyer se dedicó a los edificios, Costa observó la ejecución del plano urbano.
Un proyecto que logra unificar una propuesta única
El Congreso Nacional es el único de los tres edificios que cuenta con césped central y se ubica en la sección más al este del Eje Monumental de la ciudad. Por este motivo, puede observarse desde distintos puntos de vista, transformándolo así en el más prominente e icónico de Brasilia, ya que representa a la cabeza del poder político del país.
En ese sentido, el plano urbano de Costa y la arquitectura de Niemeyer se unen para dar forma al Congreso Nacional, ya que terraplenes artificiales levantan las dos amplias avenidas que marcan al Eje Monumental para que queden al nivel del techo del zócalo de dos pisos del edificio del Congreso Nacional y los segmentos triangulares se extienden desde cada esquina del techo, que es largo, plano y está en voladizo, para tocar levemente los bordes de las calzadas.
En cuanto al edificio en sí, este se compone de dos volúmenes: una base horizontal, con una losa de cubierta sobre la cual, se elevan las famosas cúpulas que señalan a las Cámaras de Diputados y Senadores, junto con dos torres de 27 plantas donde se encuentran las oficinas de los equipos de los parlamentarios, una para los diputados y en la otra, para senadores.
El punto focal del Congreso Nacional es, sin dudas, sus cúpulas, que señalan las cámaras. Mientras que en el sector norte del complejo se ubicó una cúpula sin fisuras que señala la Cámara del Senado, mientras que, en el sector sur, con una cúpula invertida, se encuentra la Cámara de Diputados. Esta vista constituye una de las vistas clásicas de Brasilia.
El desafío del diseño
Si bien las cúpulas se transforman en el punto icónico del Congreso Nacional, existen otros atributos igual de interesantes. Por ejemplo, las torres que corresponden a las oficinas se conectan entre sí a través de un puente de tres plantas ubicado entre los pisos catorce al dieciséis.
Asimismo, aunque parecen ser torres de losa básica, los edificios tienen en realidad un plano de cinco lados, cada uno dos fachadas levemente inclinadas, las que llegan a un punto en el espacio estrecho entre ambas torres. Sin embargo, desde el punto de vista estructural, la cúpula invertida fue la que resultó más compleja de construir.
Como en toda obra de Niemeyer, en los más de 300.000 metros cuadrados que cubre el complejo, en el Congreso Nacional predominan los tonos blancos y el uso de mármol junto con hormigón tratado para que mantenga ese color, especialmente en las superficies. Gracias a esto, el Congreso Nacional destaca entre las edificaciones de la Plaza de los Tres Poderes y de Brasilia, ciudad considerada Patrimonio de la Humanidad por UNESCO desde 1987.