Restaurar un edificio patrimonial y revitalizar el espacio público colindante puede resultar complejo, más aún cuando el plano regulador de la ciudad establece restricciones en la materia. Como respuesta, el estudio de arquitectura JKMM ideó un esquema que aprovechó el subsuelo y, con el uso de domos de hormigón, dio vida a un nuevo centro cultural en Helsinki, Finlandia.
Renovar antiguos espacios públicos para modernizarlos, sin que estos pierdan su valor patrimonial es, sin dudas, todo un desafío. Por ejemplo, la renovación del Biodôme de Montreal o el proyecto que recupera al puerto de Knubben, en Noruega, son algunos proyectos en los que se actualizan antiguos espacios con interesantes propuestas y usos.
Siguiendo un camino similar, el estudio finés JKMM el año 2018 tuvo por misión renovar el Museo de Arte Amos Anderson, que desde mediados de la década del 1950 se instaló en el edificio Lasipalatsi, un ejemplo de la arquitectura “funcionalista” del país escandinavo de la década de 1930.
Y si bien el también denominado “Palacio de Cristal” albergó por varias décadas distintas colecciones, su estructura no era la adecuada para la instalación de un museo de arte moderno. Así lo mencionó en su momento Kai Kario, director del Amos Rex, museo de arte moderno que vino a renovar tanto ese edificio, como también, todo el espacio público que lo rodea. “¿Puede este edificio transformarse en un museo de arte moderno? No, no podría ser posible”, comentó al portal Dezeen.
La renovación del edificio Lasipalasti resultó el punto focal del nuevo museo Amos Rex, ya que al estar concebido en el movimiento “funcionalista”, el espacio contó en su tiempo con cine, restaurantes, tiendas y una plaza pública rodeado de barracas neoclásicas del siglo XIX. Luego de su casi destrucción en la década de 1980 y su restauración en la década siguiente, este sitio fue el idóneo para pensar en un nuevo espacio para el arte moderno en la capital de Finlandia.
Paisaje urbano modelado por domos de hormigón
Uno de los desafíos que tuvo el proyecto es que, debido a limitaciones del plano regulador de Helsinski, la expansión del edificio Lasipalatsi a nivel de suelo quedó fuera del análisis. Esto llevó a que el estudio JKMM desarrollara un plan de ampliación del histórico edificio, con la singularidad de que sería bajo su plaza. Anteriormente, este espacio se utilizó como una estación de buses.
“Amos Rex replantea el uso del parque urbano como parte de la experiencia del museo”, explicó el estudio JKMM en la descripción del proyecto.
Para ello, se planteó un nuevo espacio público de 2.200 metros cuadrados, el que consideró la creación de una serie de domos de hormigón en el subsuelo y espaciados entre sí. “Este principio es muy funcional para el uso de un museo: permite espacios largos y libres de columnas y salas de exhibición flexibles”, agregaron desde JKMM.
Estos domos estructurales subterráneos emergen hasta la plaza y apuntan al cielo, formando así unos tragaluces con particulares formas y ángulos, los que dan forma a un espacio público único.
“Dado que las restricciones del plano regulador de la ciudad nos impedían afectar a la superficie, los nuevos espacios para el museo de arte tenían que construirse en el subsuelo. Sin embargo, el edificio igual debía estar presente, dentro de un contexto urbano. La arquitectura de estas formas le dio una nueva identidad a la plaza”, dijo en la ocasión Asmo Jaaksi, socio fundador de JKMM, al sitio web Dezeen.
Una solución subterránea e integral
Con un área total de 13.000 metros cuadrados, que incluyen los 2.200 m2 de las nuevas salas de exhibiciones, el museo Amos Rex logra tener un uso inteligente tanto del subsuelo como de un edificio como el Lasipalasti.
“Quisimos que la sensación de ir bajo tierra fuese lo más positiva y luminosa posibles”, dijo para la ocasión al portal The Architect’s Newspaper el director del recinto. “Tenemos que bajar, pero nuestra solución fue traer con nosotros el museo que estaba arriba, en la superficie”, agregó en la misma entrevista, la arquitecta del proyecto, Freja Stahlberg.
Además, el proyecto consideró la restauración completa del edificio Lasipalasti, la que “fue realizada con gran respeto y ojo por los detalles. Todos los materiales y colores se eligieron para mantener los originales. Esta renovación celebra al diseño original, mientras que su nuevo amoblado le da una vista más contemporánea”, explicó el estudio finés.
Con una nueva visión de lo que significa el espacio público, el museo Amos Rex no sólo se circunscribió al museo. “Lo más importante para nosotros es que las personas que utilicen la plaza lo hagan de múltiples formas, ya sea con performances u otros tipos de cultura urbana”, subrayó el director del museo en Dezeen.