Un grupo de investigadores de la Universidad de Drexler, liderados por el candidato a Doctorado Mohammad Houshmand, generó una innovadora tecnología para fibras sintéticas que permite al hormigón controlar la aparición de fisuras, extendiendo así su vida útil. ¿Cómo lo lograron? Gracias a la acción de esporas bacterianas presentes en las fibras.
Resistencia y durabilidad son dos de las muchas características positivas que tiene el hormigón y que lo hacen el material más utilizado en el mundo a la hora de construir ya sea viviendas, edificaciones, pavimentos, puentes, barreras y un largo etcétera de elementos que, con el pasar del tiempo, definen el paisaje urbano.
Un ejemplo de esas características es, sin dudas, el Coliseo Romano, estructura fabricada con hormigón que se terminó de construir el año 80 d.C y que sigue en pie hasta nuestros días. Sin embargo, en infraestructura más contemporánea, la acción del ambiente puede afectar al hormigón y provocar fisuras que, a la postre, podrían causar problemas mayores en esos elementos.
Si bien los diseños de mezcla del material deben considerar a estos agentes externos, en la actualidad existen varias investigaciones e iniciativas que buscan desarrollar hormigones autorreparables. La idea de que el material pueda controlar sus propias fisuras permitiría extender la vida útil de la infraestructura, además de reducir su huella de carbono y, junto con eso, hacer a la construcción más económicamente eficiente.
Buscando alcanzar esos objetivos es que, en la Universidad de Drexler, un candidato a Doctorado desarrolló un proyecto de hormigón autorreparable, cuya gran innovación son las “BioFibras”, elemento que además de brindar refuerzo al hormigón, son capaces de otorgar capacidades de autorreparación al material gracias a la acción de esporas bacterianas presentes en estas novedosas fibras.
Una nueva fibra que brinda cualidades especiales al hormigón
El desarrollo de este nuevo tipo de fibra es obra de Mohammad Houshmand, candidato a Ph.D en Ingeniería Civil de esa casa de estudios, quien junto al profesor Amir Farman y su equipo, integrado por investigadores de los departamentos de Ingeniería Civil, Arquitectónica y Medioambiental, y de Ingeniería y Ciencia de los Materiales de la Universidad de Drexler, trabajaron en la creación de esta nueva tecnología para el desarrollo de hormigones autorreparables.
El equipo informó, a través de un comunicado de prensa, que las “BioFibras” brindan al hormigón “tres capacidades claves: autorreparación, control del crecimiento de fisuras y capacidad de respuesta al daño”.
Los investigadores explicaron que las “biofibras” poseen una “fibra central que está rodeada por una vaina de hidrogel, el que contiene a las esporas bacterianas en estado latente, todas encerradas en una capa exterior polimérica. Cuando se forma una fisura en el hormigón y se rompe la BioFibra, el agua penetra y provoca que el hidrogel se hinche y que la bacteria produzca carbonato de calcio, lo que sella la fisura, reparando el daño en el hormigón”.
Apuntando a una construcción más sostenible
Para Mohammad Houshmand, uno de los elementos a destacar de esta nueva tecnología es que podría incrementar el potencial que posee el hormigón tanto para infraestructura como para construcción sostenibles. En ese sentido, al extender la vida útil gracias a la acción de las esporas en las “BioFibras”, se reduce la necesidad de reparaciones en los elementos, lo que llevaría a menor demanda de materiales, menos emisiones por concepto de transporte y, además, menos residuos.
“La posibilidad de contribuir al desarrollo de infraestructura resiliente y amigable con el medioambiente, capaz de una funcionalidad prolongada y mantención mínima, inspira mi dedicación en este innovador campo”, destacó.
Si bien el desarrollo de la tecnología de las “BioFibras” aún se encuentra en fase experimental, la idea de Houshmand es escalar este desarrollo a producción industrial. “Al fundar una compañía dedicada a la producción e implementación de la ‘BioFibra’, aspiro a provocar una adopción generalizada y generar un impacto positivo en la industria de la construcción para, finalmente, contribuir a un ambiente constructivo más resiliente y sostenible”, destacó.