Norma NCh163:2024 para áridos en hormigón y morteros: alcances y un nuevo enfoque hacia la economía circular

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El nuevo cuerpo normativo -promulgado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, MINVU, en agosto- aborda una serie de elementos para los áridos que se utilizan en la producción de hormigones y morteros. Entre estos, la incorporación de porcentajes de reemplazo de áridos reciclados y artificiales, apuntan a incorporar elementos de sostenibilidad y economía circular a la industria.

La nueva NCh163, que establece los requisitos de los áridos para hormigones y morteros, es el resultado de un proceso técnico que se extendió desde 2019 hasta su aprobación por el Consejo del Instituto Nacional de Normalización (INN) en 2023 y su posterior oficialización por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU).

“Fue un proceso largo, similar al de la NCh170, que nos permitió adaptar la norma al contexto tecnológico actual”, comentó Cecilia Soto, secretario técnico del INN para esta norma, quien participó en las sesiones del comité. Ese lapso “largo” tuvo una virtud: permitió ir ajustando el texto a cambios de fondo en la relación de la tecnología del hormigón, los áridos y en la investigación aplicada, que avanzan a un ritmo mucho más rápido que hace una década.

Soto recuerda que, ya antes de iniciar la revisión, existía un diagnóstico compartido en la industria: había requisitos que se estaban interpretando con rigidez o que se habían convertido en exigencias por defecto, aunque el riesgo técnico no lo justificara. El caso más visible fue el ensayo por reacción árido- álcali (RAA), que se solicitaba sin que en algunos casos existieran las condiciones que promovían la reacción, aumentando tiempos y costos considerables.

Otra fricción recurrente era la granulometría, tratada como un requisito rígido cuando la experiencia operativa indicaba que la curva granulométrica que realmente importa en el hormigón es la del árido combinado total que ingresa a la mezcla, por lo que muchas veces es innecesario exigir un cumplimiento de bandas granulométricas de gruesos y finos.

El nuevo texto aborda estas áreas sensibles y, al mismo tiempo, reconoce de manera explícita el rol que hoy cumplen dos industrias que deben “conversar” entre sí: la de áridos y la del hormigón premezclado y prefabricado. Con eso, reordena responsabilidades, distingue con precisión qué debe exigirse y a quién, además de habilitar vías reguladas para incorporar áridos reciclados y áridos artificiales, sin perder de vista los límites que imponen las normas de hormigón y de diseño estructural.

Un responsable con nombre y apellido: el productor de áridos

La NCh163 reconoce y define una figura que la práctica ya había instalado: el productor de áridos. “Es quien cuenta con los equipos, procedimientos y procesos para producir un árido que cumpla los requisitos que la norma establece”, explicó la secretario técnico del INN.

A partir de ahora, ese productor es el responsable de que su material satisfaga los requisitos físicos y químicos de las Tablas 1 y 2 de la norma. Si un árido no cumple, por ejemplo, el límite de absorción, el camino no es “pasarlo” a la obra para que lo resuelva: el productor debe corregirlo mediante mezclas internas, y solo comercializar áridos conformes.

Este encuadre se alinea con la realidad de una industria de hormigón que, en Chile, es abrumadoramente mecanizada y se abastece desde plantas hormigoneras. “A diferencia de 1975, hoy la producción de hormigón se hace en su inmensa mayoría en plantas, y con controles permanentes”, dijo. Por eso, también reconoce que el fabricante de hormigón puede -y suele- combinar arenas y gravas de distintas fuentes.

En ese sentido, la norma lo permite, incluso si alguna fracción individual no cumple por sí sola, siempre que el árido combinado total con el que se fabrica la mezcla final responda en estado fresco y endurecido a los requisitos del proyecto.

El efecto es sistémico: la conformidad deja de ser una propiedad “de catálogo” de cada fracción aislada y pasa a observarse a nivel del material que efectivamente entra al hormigón o mortero.

Granulometría: del mandato rígido a una recomendación operativa

La actualización de la norma toca una fibra sensible: la granulometría ya no opera como requisito exigible para cada fracción en la tabla principal, sino como recomendación en un anexo.

Cecilia Soto lo plantea de la siguiente manera: “Lo que importa, en el producto final, es la curva granulométrica de la mezcla de áridos que entra al hormigón o al mortero”. La nueva NCh163 mantiene bandas recomendadas para arenas y áridos gruesos, útiles como guía para productores, pero libera a los usuarios de una camisa de fuerza que, en muchas zonas del país, resultaba difícil de cumplir en forma literal.

Esta decisión, insiste, no es un “relajo de estándares”, sino una adecuación a la técnica: las plantas hormigoneras controlan granulometría con alta frecuencia; estabilizan curvas y las informan a sus clientes para evitar cambiar dosificaciones todos los días, algo que sería comercialmente inviable. El cambio busca también reducir interpretaciones discrecionales en terreno y sobredemandas de ensayo que no agregan calidad.

Reacción árido – álcali: ensayar cuando procede y con el hormigón real

La Reacción Árido-Álcali (RAA) resultó uno de los puntos más discutidos. La norma de 2013 recogió el tema porque la actualización de la norma NCh170 incorporó, por primera vez con rango normativo, la durabilidad y, dentro de los ataques internos, la RAA. En la práctica, eso derivó en que se exigiera el ensayo casi por defecto. La nueva NCh163 reordena la exigencia de raíz:

  • Sólo se evalúa RAA si la especificación del proyecto, considerando las condiciones reales de exposición (como alta humedad ambiental sostenida) y el diseño de la mezcla, lo justifica.
  • El ensayo se refiere al hormigón del proyecto, con sus propios áridos y con el cemento que efectivamente se empleará. En Chile, lo habitual es utilizar cementos con adiciones, lo que mitiga el fenómeno.

El procedimiento y los criterios de aceptación se remiten a normas ASTM y se detallan en un anexo de carácter normativo. “Así evitamos pedir un ensayo largo como estaba en la NCh 163 anterior”, explicó Soto. La base empírica local, agrega, indica que, pese a que la mayoría de los áridos chilenos contiene sílice potencialmente reactiva por razones geológicas, no existen casos documentados de daño por RAA.

Asimismo, desde la década del 1940, el país usa cementos con adiciones, cuyas reacciones de hidratación combinan compuestos que, de otra manera, quedarían disponibles para reaccionar con la sílice.

El anexo, además, detalla medidas de mitigación: mezclar áridos para bajar reactividad, ajustar el contenido de adiciones en el cemento o en el hormigón, y otras estrategias reconocidas internacionalmente.

Reciclados de hormigón: una ventana acotada, pero real

La norma habilita el uso de árido reciclado de hormigón endurecido, con restricciones claras: solo como árido grueso, con un reemplazo máximo del 10% respecto de áridos naturales o procesados y cumpliendo límites específicos, en particular una absorción máxima del 7%. También exige controlar el contenido de material diverso (como cerámicos), adoptando referencias de una norma española.

“Esa ventana es pequeña por una razón de marco normativo: la NCh430, basada en ACI 318, no ha permitido el uso amplio de áridos reciclados en hormigón estructural. No podemos contradecir la norma de diseño”, explicó la secretario técnico del INN.

En ese sentido, la NCh163 llega hasta donde puede: fija un marco seguro en su propio ámbito y, a la vez, deja constancia de que, si en el futuro la NCh170 o la NCh430 autorizan porcentajes mayores o condiciones distintas, serán esas normas las que gobiernen.

El texto también incorpora el concepto de “especificación sectorial”: un ministerio, una municipalidad u otro organismo puede autorizar, para sus obras, mayores porcentajes o límites distintos, siempre que en esa especificación se expliciten los topes (por ejemplo, de absorción). De modo similar, un mandante puede establecer una especificación particular para un proyecto determinado, con responsabilidades y controles definidos.

Áridos artificiales: escorias con requisitos y referencias internacionales

La NCh163 autoriza el reemplazo total o parcial de áridos naturales por áridos artificiales, con tablas de requisitos complementarios. La categoría abarca, entre otros, escoria de alto horno (con dilatada trayectoria en Chile como adición de cemento), escorias siderúrgicas de horno de arco eléctrico, escorias siderúrgicas de horno de oxígeno básico y escoria de cobre.

La nueva norma referencia estándares extranjeros -como la normativa japonesa específica para escorias como árido- y fija restricciones coherentes con sus propiedades: densidades reales secas superiores a las habituales, efectos potenciales sobre el fraguado, y exigencias químicas y físicas específicas.

Cecilia Soto destaca que la NCh163, al formalizar estas categorías y sus requisitos, busca impulsar la aparición de normas específicas. En ese sentido, menciona como ejemplo la recientemente aprobada NCh3798, que normaliza áridos de escoria de cobre para uso general en construcción; también se puede mencionar la NCh 3851 que clasifica, caracteriza y orienta el uso de áridos de escorias siderúrgicas. “La 163 abrió camino al fijar requisitos y categorías; otras normas se han ido ordenando en torno a eso”, destacó.

Recuperados: ordenar la práctica y evitar pasivos

La norma distingue dos figuras que no integran el cuerpo de “áridos normalizados”, pero que se definen y acotan por su uso restringido y su alto control por parte de responsables identificados:

  • Árido Recuperado de hormigón fresco no colocado en obra: el material que retorna a planta y se somete a lavado y clasificación para reincorporarlo a acopios. La práctica es conocida: al lavar camiones, quedan remanentes de mortero y gravilla que se pueden reaprovechar.
  • Árido Recuperado de hormigón endurecido para autoconsumo en prefabricados: elementos o excedentes que no se colocaron en obra y que se trituran y clasifican para usarse hasta un 5% en la propia planta.

Ambas figuras, explica, normalizan lo que la industria ya hacía y permiten manejar pasivos con trazabilidad. “La planta sabe exactamente qué llevaba cada camión o cómo se fabricó cada pieza. Tiene la trazabilidad completa. La norma reconoce esto y pone límites prudentes”, comentó.

Especificación sectorial y de proyecto: válvulas de flexibilidad responsable

La incorporación formal de estas especificaciones es una novedad relevante. Permite habilitar usos justificados -por ejemplo, mayores niveles de reemplazo de reciclado o la adopción controlada de un árido artificial con evidencia incipiente- en ámbitos donde el mandante asume la responsabilidad de definir límites y de establecer controles.

En pavimentos, por ejemplo, existen reglamentos sectoriales que ya consideran porcentajes de reciclado en ciertos rangos; la NCh163 reconoce esa realidad y la encauza.

El principio rector, insiste Soto, es nítido: cuando la decisión incide en el desempeño estructural o de durabilidad, los marcos finales los fijan la NCh170 y la NCh430/ACI 318. La NCh163 no “autoriza” por sí misma usos estructurales, sino más bien, define requisitos para áridos y crea condiciones para que otras normas y especificaciones operen con información suficiente.

El artículo 7.7: una hoja de ruta para incorporar nuevos materiales

Una innovación estratégica presente en la nueva NCh163 es la subcláusula 7.7, que normaliza el proceso de estudio, investigación y eventual incorporación de nuevos materiales artificiales como áridos para morteros y hormigones. “Es un paso a paso”, explicó Soto. El itinerario exige:

  • Realizar todos los ensayos de caracterización en laboratorios autorizados por la autoridad competente.
  • Verificar el cumplimiento de las Tablas 1 y 2 o demostrar, a través de mezclas con áridos procesados, que es posible alcanzarlo de manera sostenible.
  • Definir frecuencias y métodos de control de producción.
  • Habilitar usos acotados bajo especificaciones sectoriales o de proyecto, mientras se acumula evidencia local de desempeño.
  • Con esos antecedentes, promover una norma específica del material y, en una revisión futura, solicitar su incorporación oficial a la NCh163 como árido artificial autorizado.

La norma incluye además anexos informativos sobre relaves y cenizas volantes. Reconoce el estado del arte: los relaves tienen composiciones químicas que pueden afectar el fraguado; las cenizas, tal como se procesan hoy, presentan densidades que las sitúan en el ámbito de áridos livianos, fuera del alcance de la NCh163 y de la NCh170 actual. “No es que no se reconozcan sus ventajas potenciales; es que aún no calzan en el marco de esta norma y se orienta cómo avanzar”, puntualizó.

Economía circular y abastecimiento: el trasfondo ambiental y productivo

La actualización de la norma NCh163 no sólo se trata de una actualización técnica; es también una respuesta a dos presiones crecientes. Por un lado, la economía circular, que exige hacerse cargo de pasivos y reusar materiales de manera segura. Por otro, las restricciones medioambientales que dificultan extraer áridos naturales y que anticipan escenarios de escasez relativa.

“Va a llegar un momento en que el volumen de áridos naturales disponibles no alcanzará para la demanda. La norma busca dar una solución técnica a esas restricciones reales”, subrayó la secretario técnico del INN.

En sintonía, la introducción de la norma -que, de acuerdo con Soto, “expresa el espíritu del comité”- explicita estos objetivos: ordenar el uso de áridos recuperados de hormigón para evitar pasivos, crear un marco para el reciclado de hormigón endurecido hasta donde el diseño estructural lo permite, autorizar escorias bajo requisitos complementarios y dar una vía regulada para que otras fuentes, como relaves, sigan el camino de la evidencia antes de convertirse en estándar.

Menos ambigüedad, “sobreensayo” y más foco en desempeño

Para Cecilia Soto, las actualizaciones de los cuerpos normativos -sea el de la NCh163 u otro- deben plantearse de tal forma que “no queden al arbitrio de la interpretación”, evitando así la tentación de realizar más ensayos de los ya estipulados en el texto como mecanismo de protección frente a riesgos difusos.

En ese sentido, el traspaso de la granulometría a recomendación, el enfoque de RAA en el hormigón del proyecto y la definición de responsabilidades del productor apuntan a ese objetivo.

La norma también asume la realidad de una industria más tecnologizada que la que existía hace 50 años: plantas que controlan granulometrías con alta frecuencia, empresas que estabilizan acopios y comunican curvas a sus clientes, y fabricantes de hormigón que combinan arenas y gravas para ajustar trabajabilidad, bombeabilidad y desempeño del hormigón fresco y endurecido.

La lógica de una actualización necesaria

“Las normas deben ser claras para que no dependan del criterio de quien fiscaliza”, subrayó Cecilia Soto. La NCh163 parece moverse precisamente en esa dirección: actualiza sin desbordar, distingue entre recomendación y exigencia, asigna responsabilidades explícitas, reduce ambigüedades y alinea el control con el desempeño real del hormigón y del mortero.

Esto lo realiza, además, con un ojo puesto en el futuro. Como se menciona anteriormente, la subcláusula 7.7 es una invitación regulada a la innovación, con pasos definidos para que nuevos materiales crucen el umbral entre la investigación y la práctica.

No hay atajos: donde la decisión incide en la seguridad estructural, la última palabra no la tiene esta norma, sino los cuerpos normativos de hormigón y de diseño. En ese equilibrio -habilitar, pero no invadir- radica buena parte del valor de la actualización.

La NCh163, en suma, no sólo cambia tablas: reordena el ecosistema de los áridos para la construcción en Chile, incorpora principios de economía circular, traza caminos de incorporación para nuevas fuentes y baja el ruido de interpretaciones que encarecen sin mejorar.

En un país que enfrenta restricciones ambientales crecientes y que depende del hormigón como material base, ese ajuste fino puede marcar la diferencia entre escasez y disponibilidad, entre costos innecesarios y calidad con trazabilidad, entre prácticas defensivas y decisiones informadas.

Puntos clave

  • El productor de áridos es responsable de cumplir requisitos físicos y químicos y puede mezclar gravas o arenas entre sí para cumplir los requisitos exigidos
  • La granulometría pasa a ser recomendación en anexo, pero el productor debe controlar sus procesos para minimizar su variabilidad;
  • La RAA se ensaya solo cuando el proyecto lo establece y los ensayos se realizan con el hormigón y los materiales del proyecto, (el anexo normativo fija métodos y criterios).
  • El árido reciclado de hormigón endurecido se permite como árido grueso, con reemplazo máximo del 10% y absorción máxima del 7%, y control de material diverso.
  • Los áridos artificiales (escorias) se autorizan con requisitos complementarios y referencias internacionales; pueden reemplazar parcial o totalmente a los áridos naturales y/o procesados.
  • Los áridos obtenidos de la recuperación de hormigones (fresco no colocado y endurecido para autoconsumo) quedan formalizados con límites y bajo alta trazabilidad del responsable.
  • La especificación sectorial y la de proyecto permiten flexibilizar —con salvaguardas— los porcentajes de reemplazo o límites de absorción.
  • La subcláusula 7.7 establece la ruta para estudiar, pilotear, normar e incorporar futuros áridos artificiales como estándar.

Con esta actualización, el INN y el MINVU no solo ponen al día una norma: orientan una práctica industrial hacia un uso más eficiente, trazable y sostenible de los materiales que sostienen, literalmente, la construcción en Chile. Y lo hacen con una regla básica: que cada requisito tenga una justificación técnica clara, basada en condiciones reales y en evidencia, y que cada actor se haga cargo de la parte que le corresponde.

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