Consideraciones generales respecto a la especificación de resistencias G15 e inferiores

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En la presente columna de opinión, se plantean las inconveniencias que se generan al detallar técnicamente hormigones cuyas interpolaciones se encuentran entre los grados G5, G10 y G15.

Dentro de los requerimientos generales del hormigón que contiene la norma NCh 170-2016, se encuentra el referido a la clasificación del hormigón por su resistencia especificada a la compresión a 28 días, expresado con la letra G. Esta nomenclatura se utiliza para explicitar el uso de probeta cilíndrica y junto a ella va un número que expresa en megapascales (MPa) el valor de dicha resistencia.

Asimismo, en el texto de la norma se encuentra una tabla que presenta los distintos valores de resistencia especificada a la compresión del hormigón, la que inicia en el G5, vale decir, un hormigón cuya resistencia especificada a la compresión es de 5 MPa, y va escalando de a cinco megapascales hasta llegar a un hormigón G60 (60 MPa de resistencia a la compresión), siendo posible alcanzar valores mayores que los expresados en la tabla.

Además de esta información, en el documento se especifica cuando se habla de hormigón armado y cuando no. Así, los grados G5 a G15 no están contemplados en la normativa nacional vigente como hormigón reforzado dado que a ese nivel de resistencia el hormigón y la armadura no generan suficiente adherencia y deja de ser una unión estructuralmente adecuada.

Tales grados, sin más, pueden derivar en que se deseé muestrear y ensayar. Sin embargo, los procedimientos de control (plazos de curado y desmolde de probetas, por ejemplo), equipos (vibradores de inmersión y sus frecuencias), conceptos estadísticos (desviación normal o coeficiente de variación), entre otros, han sido estipulados basándose en niveles convencionales, por lo que estos grados bajos podrían generar valores en rangos de menor nivel de certeza.

De hecho, los procesos de rectificado o refrentado comienzan a jugar un rol predominante frente a resistencias tan bajas en este tipo de hormigones. Es alta la probabilidad de producir deterioros del tipo desprendimientos que descomponen la probeta para luego ser ensayados en plena representatividad. Más aún, es generalmente aceptado el método de utilizar valores obtenidos a 7 días para proyectar a 28 días, por lo que los resultados a 7 días tienen aún menor representatividad por lo mencionado anteriormente y se complica la veracidad de tales proyecciones.

En caso de presentarse dudas de los resultados obtenidos de hormigones en general, la normativa nacional vigente indica que se podría llegar a extraer y ensayar testigos. Pero dicha norma indica que el hormigón debe tener, al menos, 8 MPa para realizar este proceso, pues con resistencias inferiores se genera un deterioro importante que obstaculiza extraer conclusiones técnicamente útiles, por lo que no se contemplan procedimientos para investigar estos posibles casos en un nivel adecuado de definición.

Más preocupante aún es constatar que se han estado especificando grados extrapolados e intermedios a los señalados, es decir, han aparecido especificaciones de hormigones de grados tipo G4, G6 y G8, lo que agrava la situación descrita y evidencia que no se está internalizando el espíritu de la nueva norma NCh170-2016.

La diferencia teórica de 1 ó 2 MPa entre valores de resistencia especificada no cuenta con la tecnología y realidad que permita identificarla a ese nivel de detalle. Basta cualquier desvío aceptable en cualquier etapa del proceso, desde la consideración de algunos parámetros en la etapa de diseño, hasta la de verificación real de la resistencia alcanzada, para que ello supere 1 ó 2 MPa. Por ejemplo, si en la etapa del diseño se ha de adoptar un valor aceptable de desviación normal, asumamos 4 MPa, si en la realidad ese valor varía en 1 MPa (sea que ésta baje a 3 o suba a 5 MPa), la resistencia característica a obtener se modifica ya en 1,3 MPa si la fracción defectuosa aceptada es de 10%. Y así en cada etapa hasta las últimas, donde vemos que basta que en obra varíe en 1 punto porcentual la densidad del hormigón, debido al proceso de compactación, para que la resistencia cambie alrededor de 0,5 MPa o que la temperatura varíe en 2 °C durante los 28 días para que la resistencia cambie en 1 MPa.

En resumen, es muy ambicioso intentar discriminar las resistencias especificadas con diferencias de menos de 5 MPa, siendo ésta la que indica la normativa nacional e internacional, pues la cantidad de efectos a los que se ve enfrentado el hormigón impiden ser más certeros.

Aún más, en caso de requerir estos grados de hormigón (G5 a G15), es adecuado considerar lo indicado en el Complemento del Manual de Carreteras N°5 de septiembre 2017. En éste, se deja explícito que este tipo de hormigones (tanto por sus dosis de cemento como su nivel de prestaciones) no deberán ser especificados por resistencia y no quedan afectos a multas. Es decir, se deja de manifiesto que estos grados son destinados a elementos de baja importancia y por ende, aún más, no tiene sentido técnico especificar grados intermedios.

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