El profesional, que compartió la experiencia de la firma con los asistentes al seminario “Industrialización en Sitio” organizado por el Instituto del Cemento y del Hormigón, enfatizó en las posibilidades de los encofrados monolíticos y analizó las posibilidades de trabajar las dos maneras de industrialización en el sector: la tecnología aplicada in situ y el desarrollo de elementos en fábricas externas. “Las soluciones tienen que localizarse”, subrayó.
Uno de los elementos que favorecen la incorporación de nuevas tecnologías a los procesos productivos es la experiencia con estos. El experimentar con estas nuevas piezas antes de convertirlas en una práctica común resulta positivo no sólo para la firma que se aventura con las incorporaciones, a la postre, un sector completo puede beneficiarse con el hecho de adoptar estas novedosos elementos.
En este aspecto, para el sector de la construcción y en específico, en los proyectos habitacionales que contemplan viviendas sociales, la utilización de moldajes monolíticos significó un aumento en la calidad de las obras realizadas. Al mismo tiempo, se incrementó la productividad en este aspecto, elevando el número de unidades construidas por jornada y, en un tercer aspecto relevante, se encuentran las mejoras tanto en manejo de residuos como en seguridad al interior de la obra, aspectos no menores sobre todo cuando se busca que la construcción, de modo sectorial, asuma un compromiso con las sustentabilidad.
En este punto, durante la realización del seminario “Industrialización en Sitio” organizado el pasado mes de junio por el Comité de Vivienda Industrializada del Instituto del Cemento y del Hormigón de Chile (ICH), se pudo conocer el desarrollo que ha tenido Constructora Malpo –con la exposición de su jefe de calidad e innovación, Ronald Torres– en este aspecto.
“Hace exactamente 10 años –comentó Torres– yo estaba atendiendo al primer seminario internacional de vivienda industrializada, que fue en junio de 2009 y ahora, 10 años después, estamos relatando, entonces son diez años en que cambiamos y pudimos salir a validar nuestras experiencias”.
En este aspecto, recalcó el jefe de innovación de Constructora Malpo, el desarrollo que logró la firma al incorporar moldajes monolíticos a sus obras se realizó “sin mayores estudios técnicos ni in mayor bibliografía porque no la teníamos. Fue una aplicación de la tecnología absolutamente experimental”, aseveró. No obstante ello, Torres también comentó que en la actualidad, los textos y manuales desarrollados para esta tecnología respaldan el camino tomado por la constructora.
Mucho se habla que la industrialización tiene que ser tanto en sitio como en partidas desarrolladas en una fábrica exterior. Con la experiencia que cuenta Malpo, ¿cuál es la visión que tienen al respecto?
-Eso lo abordamos proyecto a proyecto, prácticamente. Existe un tema de localización: hoy día, nosotros estamos desde Melipilla hasta Los Ángeles y por lo mismo, las condiciones de logística de las distintas obras no son las mismas. Tuvimos obras en Constitución, una ciudad que no tiene áridos, por ejemplo, entonces tienes que abordar cada obra una a una. No existe una solución vernácula, si queremos utilizar ese término, para poder resolver los problemas. Las soluciones tienen que localizarse, no pueden ser nacionales.
En ese aspecto, el profesional destaca el vínculo desarrollado con ICH. “Con ellos conocimos los moldajes, con ellos hicimos las misiones tecnológicas, con ellos participamos de los seminarios del desarrollo del hormigón, entonces para nosotros es parte fundamental de todo este proceso”.
Finalmente, en su experiencia, ¿cómo analizan la utilización de moldajes monolíticos en el campo de la vivienda?
-Nosotros vemos un muy buen escenario. Al final, nosotros como Constructora Malpo nos movemos en la vivienda social y en la vivienda social subsidiada. Entonces, primero que nada, tienes un mercado permanente, con un estándar nacional, entonces hoy día, a esa demanda estamos presentando esta respuesta, con buenos resultados. Sin dudas, este es un trabajo progresivo y lo vemos absolutamente auspicioso en el tiempo.