Pablo Fuentes Flores, socio fundador de Ciudad de Bolsillo: “El hormigón puede ser el mejor amigo para equipar la periferia de nuestro país”

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El arquitecto conversó con Hormigón al Día respecto a la nueva definición del espacio público que nace producto de la actual situación sanitaria que vive el país y la forma en que es posible intervenirlo y, en ese aspecto, qué rol juega el hormigón en este nuevo espacio para los ciudadanos.

En el imaginario colectivo, el concepto detrás de “espacio público” se asocia directamente a grandes parques, explanadas y plazas en las que los ciudadanos se reúnen para diversos motivos y cuyos usos suelen ser tan variados como los motivos por los que las personas convergen a estos escenarios urbanos.

Sin lugar a dudas, este modelo de espacio público se ha desarrollado por siglos. “Los jardines del Palacio de Versalles son el ícono de ese tipo de espacio y que son súper importantes para la calidad de vida de las personas”, explica a Hormigón al Día Pablo Fuentes Flores, arquitecto y fundador de Ciudad de Bolsillo, institución cuyo enfoque está en la ejecución de intervenciones urbanísticas acotadas, de rápida ejecución y alta participación de la comunidad que colinda con el espacio público a intervenir.

“Sin embargo –dice Pablo Fuentes– este concepto de espacio público presenta  algunos inconvenientes. Son lentos en su materialización, son costosos, tanto para su ejecución como para su posterior mantención y además, dependen de la capacidad de inspiración o de la intuición del artista para interpretar o no a las comunidades que benefician”.

En ese sentido, la institución liderada por Pablo Fuentes plantea un enfoque distinto respecto al espacio público. “En Ciudad de Bolsillo, reconocemos diferentes tendencias que han ocurrido, principalmente durante la última década, y que entienden al espacio público no sólo como una responsabilidad por parte de las instituciones del Estado, sino que el espacio público contemporáneo puede ser también producido por las comunidades”, explica.

Foto: El equipo de Ciudad de Bolsillo. Crédito: Gentileza Pablo Fuentes

Esto se explica, según el profesional, por la verticalidad en la toma de decisiones para establecer un espacio público según el concepto más tradicional que se tiene de éste. “El espacio contemporáneo actual aprovecha las oportunidades. Es mucho más flexible, es experimental, incorpora nuevos programas, muta durante el día y la noche o durante la semana y el fin de semana, durante las estaciones del año, es mucho más adaptativo y la toma de decisiones es horizontal”, dice Fuentes.

Junto con ello, el arquitecto también destaca  los costos de intervenir un espacio público, bajo el enfoque que plantea Ciudad de Bolsillo, es menor, ya que se “apela a una temporalidad más baja, con materiales más económicos pero también apela a innovar harto en el uso del color, en el uso el mobiliario, en la creatividad; cuando no hay mucho presupuesto, aparece también la capacidad creativa de las personas y de las comunidades, aparecen nuevas ideas para ocupar el espacio público”.

Por ello, Pablo Fuentes subraya que “nosotros, como Ciudad de Bolsillo, tenemos la siguiente premisa: el espacio público no es resultado de la inspiración del artista sino que es una creación colectiva, donde todos los que han participado, desde el diagnóstico hasta la materialización, son coautores de esta intervención. El espacio público contemporáneo no tiene autor, no tiene autoría, es el resultado de la colaboración”.

¿Cómo cambia la definición de espacio público –tanto la tradicional como la que trabajan ustedes en Ciudad de Bolsillo– bajo este escenario de pandemia y confinamiento?
Hoy día, frente a la restricción impuesta, existe una tremenda oportunidad, primero, para que el peatón, el ser humano retome el espacio vital del espacio público que, durante el siglo pasado y hasta ahora, ha sido entregado paulatinamente a los vehículos motorizados.

Pablo Fuentes profundiza en ese aspecto. “Si tú piensas que el espacio público es todo lo que no es espacio privado, desde la puerta de tu casa hasta la puerta de la casa del vecino, todo eso es espacio público: las veredas, las aceras, las platabandas, las calles, las plazas, los parques, los estacionamientos, todo eso es espacio público y son los municipios los responsables de administrar ese espacio público. Ellos tienen la tuición legal de administrar ese espacio público y si piensas qué superficie está entregada a qué tipo de actividad, te darás cuenta que el 70% de las superficie de espacios públicos está destinada a la circulación de vehículos motorizados siendo que el espacio público de la antigüedad, el de los griegos, esa era una función más del espacio público”.

Crédito: Gentileza Pablo Fuentes

La amplitud de lo que abarca el espacio público permite que éste posea distintas “funciones urbanas”, como “la circulación, el derecho al esparcimiento, a la actividad económica, a la declamación política, a la manifestación política y también al ocio”, menciona el fundador de Ciudad de Bolsillo, respecto a lo que señala Salvador Rueda de la agencia Ecología Urbana de Barcelona. “Y hasta antes de la pandemia, le estábamos entregando el 70% de la superficie sólo a la circulación de vehículos motorizados, excluyendo a peatones o ciclistas”.

Por ello, el arquitecto subraya su punto. “Creo que la pandemia es una tremendísima oportunidad para que las ciudades, el espacio público, sea entregado a usos más ciudadanos, más orientados a las personas, a la gente, que es a través de restar espacio a los vehículos motorizados. Entregar mucho más espacio para la caminata ya que el distanciamiento físico lo hace obligatorio, más espacio para las bicicletas que son medios sustentables de desplazamiento y más transporte público y menos vehículos motorizados privados, particulares”.

Crédito: Gentileza Pablo Fuentes

“En ese sentido –declara Fuentes– ya habían ciertas prácticas de las comunidades para hacer ciertos experimentos que germinaron en la creatividad por parte de los colectivos, de los activistas, de las universidades, de los académicos y de las empresas como la nuestra”.

Siguiendo la premisa que menciona, ¿Es posible encontrar en Chile ejemplos de este nuevo escenario para el espacio público? Se ven algunos en Europa, que están en una fase distinta a la nuestra, respecto a la pandemia.
Rancagua y Arica han sido pioneros respecto a intervenciones tácticas, económicas, simples, de bajo costo y de rápida ejecución, para prepararse frente a este nuevo escenario. Se han habilitado ciclovías temporales, se han hecho intervenciones de pintura de piso para asegurar el distanciamiento mínimo, se han realizado intervenciones con pantallas de acrílicos adentro de los autobuses, en ferias libres se han hecho intervenciones que a lo mejor son más prácticas pero que intervienen sobre el espacio, se han hecho túneles sanitizadores, trazados geométricos mucho mayores, que permiten el desplazamiento de personas sin contacto. También, se han visto intervenciones de demarcación en piso en ferias libres donde es una persona la que se acerca al vendedor y las otras, esperan a metros de distancia; se han visto ferias libres donde hay puesto por medio, no continuo y también en un sólo lado de la feria libre, no en los dos lados. Hay una batería tremenda de intervenciones atractivas para este tema.

Hormigón: Una respuesta material a espacios urbanos en tiempos de pandemia

Para Pablo Fuentes, es necesario preguntarse con qué propuestas y qué materiales serán los idóneos cuando se entre a una nueva fase de la pandemia, en la que necesariamente se tenga que concebir el espacio público con las restricciones de distanciamiento físico que menciona.

En ese sentido, el socio fundador de Ciudad de Bolsillo considera que el hormigón es un elemento clave. “Claro, cuando uno piensa en el hormigón, no se lo imagina como el material más dúctil y económico porque uno cree que el hormigón es el ícono de lo rígido y de lo caro. Pero, déjame decirte que nosotros hemos tenido oportunidades de comprobar que eso, en estos tiempos, no es así”, asegura.

Desde jardineras a mobiliario prefabricado que permita el distanciamiento y la protección de peatones ante el flujo vehicular, para Fuentes el material presenta varios elementos positivos. “Es rápido de ejecución porque ya están hechos o se pueden hacer de manera masiva muy rápido y segundo, porque tienen la durabilidad suficiente y además, con un buen tratamiento y un buen nivel de terminaciones, el mobiliario de hormigón puede ser higienizado de manera eficiente, no es un mobiliario que se dañe con facilidad”, comenta.

Hoy en día, cuando el virus se ha manifestado con fuerza en sectores populares de Santiago, ¿cómo cree que el hormigón ayudaría a que quienes viven en esas zonas puedan cumplir con, por ejemplo, la cuarentena obligatoria que solicitan las autoridades para protegernos del virus?
El espacio público es fundamental. Mariana Alegre, de Lima Cómo Vamos, habla de, en vez de “quédate en casa”, “quédate en tu barrio”, “quédate en el barrio”, porque la gente que vive en sectores vulnerables no tiene alternativas para quedarse en la casa en buenas condiciones. Entonces, el quedarse en el barrio es una opción para disminuir los desplazamientos pero para eso, debemos dotar a los barrios de ciertos niveles mínimos de habitabilidad y el hormigón es muy importante. Por ejemplo, hormigones livianos para pavimento peatonal, ciclista, de baja intensidad, estampados, pintados y permeables, son los atributos que esperaría de un hormigón en un barrio vulnerable.

Crédito: Gentileza Pablo Fuentes

“Un hormigón de determinadas características que se transforme en espacios para canchas, para hacer una feria libre, para acumular materiales; un pavimento de una resistencia suficiente, que sea permeable para el escurrimiento del agua, que no selle el suelo, que tenga alguna estructura mínima de cubierta, ya sirve como lugar de reunión, un lugar de intercambio entre los vecinos, o como un espacio para para acopiar cajas de mercadería, de ayuda. El hormigón puede ser el mejor amigo para equipar la periferia vulnerable de nuestro país”, subraya Pablo Fuentes.

En ese sentido, siempre viene el tema del costo y como mencionaste antes, existe la idea que el hormigón no es una solución “económica”, pese a las ventajas que posee. ¿Cómo se podría financiar una idea como la que planteas?
Son acuerdos público-privados. Imagínate vivir esta pandemia, salir de tu edificio y llegar a un entorno de un condominio, de maicillo, sucio. En cambio, espacios más higiénicos en los entornos de los condominios sociales, pueden ser súper buenos o, como mencionaba, diseñar, realizar un concurso de mobiliario urbano de hormigón que pueda ser prefabricado y que nos ayude a resolver el problema: macetas, jardineras autoregantes de hormigón, vallas delimitadoras, protectoras de peatones respecto a vehículos motorizados, pueden ser bancos, con distanciamiento, de hormigón

“Imagínate –enfatiza Pablo Fuentes– hacer unas especies de livings urbanos, públicos, con distanciamiento, para la gente en las zonas más vulnerables. Sería fantástico y no tiene por qué pagarlo la propia gente, lo puede pagar el Estado, lo pueden pagar empresas privadas que quieran ser parte de esta solución, no del problema. Y nosotros, podemos ser los intérpretes de esa solución, nosotros podemos acompañar estos procesos desde la creatividad y desde la técnica”.

Y en el actual contexto en el que estamos, ¿qué tipo de soluciones se pueden crear para el espacio público, en el entendido que ahora se debe considerar el distanciamiento y otras medidas?
Estamos postulando a un concurso de soluciones urbanas post Covid y lo haremos con parklets, que son intervenciones del tamaño del estacionamiento de un auto, un estacionamiento típico en la calle de 5 metros de largo por 2,5 de ancho, que ocupan espacio y que reemplazan el espacio de un auto y se lo entregan para el uso de peatones y personas. Es el ícono de la recuperación del espacio público para las personas. Nosotros queremos hacer una plaza rodante que tenga la modulación de un parklet, que pueda funcionar con una, dos, tres, cuatro, cinco plazas rodantes en hilo, que entregan espacio de uso público, liberan la vereda para el desplazamiento de personas y se transforman en espacios que pueden ser diseñados para que la gente pueda pasar la cuarentena no adentro de su casa pero sí en su barrio.

El arquitecto detalla que si bien este tipo de intervención no puede realizarse con hormigón, sí es posible que el material pueda estar presente con “el mobiliario adyacente de hormigón, que es el que cierra la calle, el que instala muebles, el que coloniza la calle completa. Con esta plaza rodante se puede llegar a algún lugar determinado, ser el corazón de la intervención y el mobiliario de hormigón ayuda a amoblar y a contener, a proteger a las personas de los flujos vehiculares”.

Crédito: Gentileza Pablo Fuentes

Dando un vistazo a la ciudad del futuro

Una de las pocas certezas que existe, en el actual contexto, es que aún no se sabe cómo será la ciudad que reciba a las personas cuando la situación sanitaria lo amerite. En ese aspecto, Pablo Fuentes explica que en Ciudad de Bolsillo están en un periodo de “contracción y reflexión para identificar cuáles son las características del nuevo espacio. Eso todavía está en fase exploratoria pero nadie puede decir que el espacio público del futuro va a ser así hasta que no se use con las medidas que impone el escenario sanitario”.

En ese sentido, el arquitecto se muestra crítico respecto a las imágenes que se han visto de grandes urbes del Viejo Continente. “Me asusta un poco la liviandad con la que se han tomado en Europa la apertura de las ciudades al post Covid. Lo han hecho súper rápido y, bueno, por lo que se ve también en los medios de prensa, se están tomando las playas, se están tomando los restoranes, como que están volviendo, de una manera bien como intensa, al espacio público”.

Crédito: Gentileza Pablo Fuentes

¿Cree que podría replicarse esa experiencia en nuestro país, por ejemplo?
Uno tiene que identificar cuál es el problema que busca resolver, cuál era la naturaleza propia de las comunidades asociadas a ese tipo de intervención, cuál es la historia de esa intervención. Si uno lee las claves de eso, puede como clasificar, descomponer, estudiar eso y luego, rearmarla de acuerdo a las nuevas variables que el fenómeno chileno propio te va entregando. Dicho esto, yo trataría que sea más paulatino el regreso al espacio público y con ciertas reglas del juego antes de llegar y salir así como de manera vertiginosa a ocupar el espacio público.

En esa misma línea, ¿cómo cree que será la ciudad se levante una vez que la pandemia quede atrás? ¿Será igual como la que vemos en la actualidad o tendrá otros énfasis?
Soy bien idealista al respecto pero a mí me encantaría que la ciudad del futuro fuera una ciudad más justa, una ciudad ética. Ética, desde la relación con los recursos naturales, es decir, mucho más consciente del impacto que generan las acciones en la ciudad respecto al ecosistema completo. Me gustaría pensar que es una ciudad donde se pone a las personas en el centro y no al negocio ni a la economía. La economía está bien que funcione, que se puedan hacer negocios pero frente al dilema en que nos hemos visto hoy día entre la economía y las personas, uno debiera siempre privilegiar a las personas.

“Tercero, una ciudad con mayor conciencia global. Hoy día, el estar en una ciudad es una circunstancia y el otro con el que tú te encuentras, es gente que puede venir de cualquier lado y eso nos hace mucho más intolerables a los actos racistas, nos hace mucho más empáticos. El ciudadano del futuro debiera cultivar esa empatía, la preocupación por el otro, consciente de que mis acciones afectan al otro. Como te dije, es una ciudad ética y justa”, subraya Fuentes.

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