Hablar de productividad y de los desafíos que tiene la construcción no es novedad. Pocas veces ha existido un diagnóstico tan claro respecto de la necesidad de aumentar los niveles productividad de la construcción. También, existe un alto nivel de conciencia sobre que la prefabricación es una de las herramientas más útiles en esta tarea, especialmente en casas, donde presenta una serie de beneficios entre los que destacan su calidad uniforme y su velocidad de construcción.
Es lógico preguntarse entonces, por qué a pesar de los innumerables intentos sigue siendo la prefabricación de casas una opción que no se ha masificado. El costo directo es un factor relevante al momento de seleccionar una alternativa, prefabricada o en sitio. El simple placer estético de industrializar no es un argumento fuerte y las soluciones deben imponerse por sus méritos.
En este sentido, el hecho que se siga construyendo masivamente con albañilería habla muy bien de este material y debiera hacernos reflexionar respecto de las condiciones que han hecho posible su uso masivo.
Sabemos que la mano de obra es un ítem clave en los costos y plazos de construcción y que la albañilería ha dependido de la disponibilidad de mano de obra para mantenerse como el material más económico para la construcción de casas. Pero sabemos también que, en el futuro, especialmente en la medida que retomemos niveles de crecimiento razonables, esta mano de obra va a escasear y que debemos anticiparnos a esta situación y tener validadas y disponibles las soluciones que permitan hacer más eficiente la construcción en condiciones más restringidas de mano de obra.
Pero no todo tiene que ver con los costos y con razones externas a la prefabricación. Probablemente, una de las razones del poco desarrollo esté en que la prefabricación en vivienda no solo implica un cambio en la forma de construir, sino también en la forma de relacionarse entre los actores involucrados, con un actor adicional, el prefabricador, buscando su espacio.
Con elementos como la distribución de los riesgos y la captura de valor que probablemente no estén adecuadamente resueltos en la práctica. Es interesante en este aspecto una situación que hemos visto en el último tiempo, donde se han desarrollado interesantes y exitosas experiencias de prefabricación de viviendas en las cuales el elemento central ha sido la integración, total o parcial, entre quien prefabrica y quien construye. Esta relación de más largo plazo, una relación más estratégica, es posiblemente uno de los elementos faltantes para el desarrollo de las opciones prefabricadas.
Otro aspecto que probablemente sea necesario tener presente es que, desde el punto de vista de la aceptación del comprador, efectivamente existe una mala percepción de las casas prefabricadas. Estas, muchas veces se asocian con una materialidad de baja calidad y una construcción temporal, probablemente derivado de la construcción de mediaguas prefabricadas de madera.
Este problema de percepción y valoración no es algo que vaya a cambiar de un día para otro, por lo que se requiere de un esfuerzo permanente para mostrar los buenos ejemplos, por fortuna cada día más abundantes en esta área. Otro de los puntos que sin duda influye, es la idea negativa que las soluciones prefabricadas son difíciles para ampliar o modificar, lo que muchas veces es efectivo.
Lo anterior es un elemento importante al momento de pensar y diseñar sistemas prefabricados para casas. El crecimiento de la vivienda es un hecho y debe ser reconocido como una condición desde el diseño. Otro elemento que hay que tener presente es que no sacamos nada con tener una vivienda completamente prefabricada, lista para instalar, si el resto de las partidas de la obra no están también optimizadas para sacar provecho a las ventajas de la prefabricación. Necesitamos mejorar nuestra capacidad de planificación, cambiar la cultura de la improvisación por una cultura de la anticipación.
Creemos que el momento de construir las bases de esta industrialización prefabricada es ahora. La introducción de esta no va a ser explosiva, como no lo ha sido en el pasado, pero necesitamos que sea constante para capitalizar los vientos favorables que con toda seguridad aparecerán en el futuro.