15 años del 27F: La resiliencia de la edificación chilena y sus lecciones

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Este 27 de febrero se cumplen 15 años del devastador terremoto del Maule de 2010, un momento que marcó un antes y un después en la historia sísmica de Chile y que nos brinda una oportunidad única para reflexionar sobre los avances en la construcción antisísmica nacional y los desafíos que enfrentamos en la búsqueda de ciudades más resilientes.

La Experiencia Chilena: Un Modelo de Éxito

Las cifras hablan por sí solas: entre 1985 y 2010, en las zonas sísmicas de Chile se otorgaron aproximadamente 10.000 permisos de edificación para construcciones de más de tres pisos, de los cuales casi 2.000 correspondieron a edificios de más de nueve pisos. De este universo, sólo cinco estructuras colapsaron y alrededor de 40 requirieron demolición tras el terremoto de 2010, representando entre un 1% y 2% del total, muy por debajo de lo observado a nivel mundial para este tipo de eventos. Estos números no son producto del azar, sino el resultado de décadas de experiencia, investigación y mejora continua en nuestras prácticas constructivas y de diseño.

La Rigidez como Estrategia Fundamental

Una de las características distintivas de la edificación chilena ha sido la adopción de sistemas estructurales con alta densidad de muros de hormigón armado. Esta práctica, que puede parecer conservadora desde fuera, ha demostrado ser extraordinariamente efectiva.

Esta alta rigidez se logra, en parte, gracias a una praxis distintiva de la construcción nacional: el uso de muros de hormigón armado como elementos divisorios entre departamentos, en lugar de tabiques livianos. Esta característica no sólo cumple una función estructural, sino que también contribuye a la habitabilidad, proporcionando mejor aislación acústica y resistencia al fuego.

El Rol de los Materiales y el Control de Calidad

La calidad de los materiales empleados en la construcción ha sido fundamental en el éxito del modelo chileno. El hormigón y el acero utilizados en nuestras edificaciones deben cumplir con estrictas normas de calidad, y su aplicación está sujeta a rigurosos controles. Este compromiso con la calidad ha demostrado ser una inversión altamente rentable en términos de seguridad y durabilidad.

Aprendizaje Continuo: Las Lecciones del 2010

El terremoto del 27 de febrero de 2010 no sólo puso a prueba nuestras estructuras, sino que también nos proporcionó valiosas lecciones. Si bien el comportamiento general fue exitoso, los casos de falla nos permitieron identificar áreas de mejora. Una de las principales lecciones fue la importancia de la ductilidad en los elementos estructurales, especialmente en los bordes de los muros.

Como resultado, se implementaron importantes modificaciones normativas. Se establecieron nuevas disposiciones de control del desplazamiento lateral los edificios, basadas en una estimación más realista de las demandas de desplazamiento esperadas para el terremoto de diseño, con exigencias de elementos de borde cuando el acortamiento en compresión del hormigón supera el tres por mil y limitando el acortamiento en el borde del muro a un ocho por mil a todo evento. Esto permitió superar una deficiencia de nuestra norma de diseño sísmico en el control de deformaciones, la que sólo controla el desplazamiento de entrepisos asociado a un sismo reducido. Las nuevas modificaciones buscaron garantizar un mejor comportamiento dúctil sin sacrificar la rigidez que ha caracterizado nuestro diseño.

Comparación Internacional: El Caso de Nueva Zelanda

La experiencia internacional nos ofrece importantes puntos de comparación. El caso de Christchurch, Nueva Zelanda, tras el terremoto de 2011, es particularmente ilustrativo. A pesar de contar con excelentes ingenieros estructurales y ser pioneros en conceptos como el diseño por capacidad, muchas de sus edificaciones sufrieron daños severos que requirieron demolición. La diferencia principal radica en su enfoque de diseño, que privilegia estructuras más flexibles con alta ductilidad, en contraste con el enfoque chileno de mayor rigidez lateral.

El Desafío de la Resiliencia Urbana

En un mundo donde la población urbana crece a razón de 200.000 habitantes por día, la resiliencia de nuestras ciudades se vuelve cada vez más crucial. No podemos permitirnos el lujo de reconstruir ciudades completas después de cada evento sísmico. La verdadera resiliencia implica no sólo evitar el colapso estructural sino también minimizar el daño para permitir una rápida recuperación de la funcionalidad.

El enfoque chileno de diseño sísmico ha demostrado ser particularmente efectivo en este sentido. La combinación de alta rigidez lateral con adecuada ductilidad como respaldo ha permitido que nuestras edificaciones no sólo sobrevivan a eventos sísmicos severos sino que, en muchos casos, mantengan su operatividad con daños mínimos.

Desafíos y Oportunidades Futuras

A pesar de nuestros éxitos, existen áreas donde podemos seguir mejorando. La incorporación de nuevas tecnologías, como los sistemas de protección sísmica, ofrecen oportunidades para optimizar aún más el comportamiento de nuestras estructuras. Sin embargo, el desafío está en implementar estas innovaciones de manera que complementen, sin comprometer, las prácticas probadas que nos han llevado a ser referentes a nivel mundial en seguridad sísmica de nuestras estructuras

Conclusión

A quince años del terremoto del Maule, la experiencia chilena en construcción antisísmica sigue siendo un referente mundial. Nuestro éxito se basa en una combinación de factores: rigurosos estándares de calidad en materiales, diseño estructural con énfasis en la rigidez lateral, y un proceso continuo de aprendizaje y mejora de nuestras prácticas.

La próxima década nos presentará nuevos desafíos, que van desde la incorporación de innovaciones tecnológicas hasta la adaptación a nuevas necesidades arquitectónicas y urbanas. Sin embargo, los principios fundamentales que han guiado nuestro desarrollo -el compromiso con la calidad, la prudencia en el diseño y la disposición a aprender de cada experiencia- continuarán siendo la base sobre la cual construiremos las ciudades resilientes del futuro.

La lección más importante que nos deja el 27F es que la seguridad sísmica no es un destino sino un viaje continuo de aprendizaje y mejora. Cada terremoto nos brinda nuevas lecciones, y nuestra capacidad para aprender de ellas y adaptar nuestras prácticas seguirá siendo clave para mantener a Chile a la vanguardia de la ingeniería sísmica mundial.

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