Ubicada cerca de la capital de Moldavia y rodeada de un paisaje lleno de bosques, la entrada de esta villa destaca por la suave línea de la entrada, un volumen curvo de hormigón que, además de su función arquitectónica, aporta con mayor rigidez general para este proyecto.
Moldavia es un pequeño país del oeste de Europa, ubicado entre Rumania y Ucrania. Bosques y colinas rocosas dominan su horizonte, a lo que se suman una no menospreciable cantidad de viñedos, definiendo así un paisaje más cercano a lo rural que a uno urbano.
En efecto, la capital de esta antigua república socialista soviética, Chisináu, aún conserva elementos de la herencia arquitectónica clásica rusa en edificaciones como, por ejemplo, la Catedral de la Natividad, ubicada en el parque de la catedral de Chisináu, el que se remata con arco triunfal. Esta, a su vez, se mezcla con algunos ejemplos más contemporáneos como el Skytower, un moderno centro de negocios que destaca por su fachada de cristal.
Este paisaje es el que sirvió de inspiración para la Villa Domes, proyecto del estudio de arquitectura local Calujac Architecture que se realizó en una pequeña localidad de veraneo en las afueras de la capital de Moldavia y que se diseñó para una familia de cuatro integrantes, brindando tres zonas funcionales: un área de esparcimiento, una para un pequeño invernadero y una común.
Una sinuosa entrada de hormigón arquitectónico
Una de las características importantes de la Villa Domes, más allá de su distribución, tiene que ver con la entrada. “Es el principal foco de la edificación”, comentaron desde el estudio de arquitectura.
Se trata de un volumen flotante de un portal de hormigón, el que tiene “una función constructiva ya que proporciona rigidez general y, al mismo tiempo, suaviza el marco metálico de la casa. La forma escultural del hormigón enfatiza en la síntesis de la solución planificada y en la simplicidad de la fachada de acero ‘corten’”, explicó Maxim Calujac, arquitecto a cargo del proyecto.
La importancia de este elemento (“una composición volumétrica-espacial”, de acuerdo con la descripción del proyecto) es que, además, realzan al “domo” interno de la Villa Domes, el que se forma gracias las formas piramidales interrumpidas en el techo de la edificación. Así, mientras que en el exterior el “domo” se ve como una estructura monolítica con ritmo dado por la intermitencia de las pirámides, en el interior de la villa crea un espacio que permite la entrada de la suficiente luz natural y amplitud para sus moradores.
Solución simple a espacios limitados
Si bien los muros interiores de la villa también son de hormigón, estos se recubrieron con paneles de madera para “crear un efecto contrastante con la frialdad de los grandes ventanales de cristal, lo que aumenta la percepción de espacio y comodidad”, explicó el arquitecto en la descripción del proyecto.
Otro de los elementos interesantes es que en el plano de la Villa Domes se evitó el uso de pasillos, dejando al área del living como el punto de conexión de todas las habitaciones del proyecto. De esta manera, al dejar a esa habitación como el punto central de la casa, las demás habitaciones se dispusieron de acuerdo con varios criterios. De esta forma, los dormitorios se ubicaron frente al jardín de la parte sudeste, las habitaciones de utilidades más cercanas a la entrada y la planta principal, en el jardín trasero.
“Pese a que se trata de un área pequeña, la Villa Domes brinda una sensación de proximidad a la naturaleza, ya que se siente como un lienzo viviente enmarcado en las ventanas. Así, mientras el proyecto contrasta con el área colindante, los materiales utilizados para su construcción -entre estos, hormigón y acero- cambian y maduran con el tiempo. Asimismo, las suaves líneas de la solución arquitectónica, la consciencia del espacio interior y la liviandad del paisaje integran a la villa al ambiente y actúan como la base para la interacción humana con el espacio y el edificio”, comentó el arquitecto del proyecto.