Ubicado en un antiguo sector industrial de la ciudad de Aarhus, en Dinamarca, este moderno complejo de oficinas revisita la historia de su barrio gracias a una interesante fachada de hormigón que se “rasga”, dejando ver la iluminación interior de un edificio que refleja el nuevo rostro de esta importante urbe.
Reconvertir antiguos espacios industriales en nuevos centros urbanos que alberguen oficinas, restaurantes, tiendas u otros espacios, parece ser el paso lógico en el desarrollo de algunas ciudades europeas en su tránsito hacia la modernidad. Un ejemplo de ello es cómo el sector de Brick Lane, en Londres, se transformó de un barrio obrero en el que se ubicaban fábricas de ladrillos y tejas, a uno de los sectores más multiculturales que posee la capital del Reino Unido.
Esa misma transformación tuvo lugar en Aarhus, ciudad danesa ubicada en la costa oriental de la península de Jutlandia. Se trata de la segunda ciudad más grande de Dinamarca, con una potente relación con la industria del petróleo, la que se inició a finales del siglo XVIII y tuvo su punto álgido en la primera mitad el siglo XX, con Aarhus Petróleo como una de las principales firmas petroleras del país a nivel internacional.
Con los años, el rostro industrial de la ciudad -que le permitió un gran crecimiento económico- fue dando paso a modernas oficinas y otros espacios vinculados al mundo del diseño y la cultura. Así, en el año 2017, la ciudad fue nombrada la capital europea de la cultura, lo que provocó una serie de transformaciones en distintos edificios. Uno de ellos, el de Sonnesgade 11, cuya reformulación estuvo a cargo del estudio de arquitectura SLETH Architects.
Reutilizando y actualizando un sitio industrial
Ubicada al oeste del centro de Aarhus y cerca de la línea férrea que conecta a la ciudad con el resto de Dinamarca, la calle Sonnesgade posee varias edificaciones que reflejan su pasado más industrial. Por lo mismo, una vez que fue declarada capital europea de la cultura, aparecieron una serie de proyectos para realzar esta nominación, entre los que se encuentra “Godsbanen, un nuevo espacio cultural que se levanta en la antigua zona de frigoríficos de la ciudad. El nuevo edificio que se planteó en Sonnesgade se encuentra cerca de ese espacio y refleja esta transformación de un sector industrial a un bullante distrito cultural”, detallaron desde SLETH Architects.
De esta forma, el punto de partida del proyecto fue diseñar un nuevo espacio para oficinas, reutilizando y repensando la “calidad espacial y material del sitio donde se ubicaría el proyecto”, explicaron los arquitectos. En ese sentido, el estudio de arquitectura decidió utilizar la construcción original como fundación de las nuevas oficinas.
Finalmente, se definió que el proyecto consistiría en 3 capas apiladas de pisos de oficina de 50 metros de largo, los que tendrían como elemento estructural principal un muro central fabricado con hormigón armado. Bajo las oficinas, donde el terreno inclinado en el que se ubicó el proyecto definió una apertura, se ubicó un restaurant cuya vista da hacia la calle, además de estacionamientos y una vinería a nivel subterráneo.
Flexibilidad de espacios y fachada “rasgada” de hormigón
El edificio “Sonnesgade 11” posee varias características, siendo la más destacada su flexibilidad. “Sus pisos poseen un alto grado de interacción, lo que promueve las situaciones de encuentro entre los diferentes usuarios del edificio”, destacaron desde el estudio. Por ello, el diseño de los pisos individuales es abierto, con espacios de trabajo flexibles y con “todos los servicios integrados como un único elemento arquitectónico en la fachada este del edificio”, destacaron los arquitectos.
Esa flexibilidad también se refleja en otros elementos del “Sonnesgade 11”. Por ejemplo, el terreno inclinado donde se emplazó el edificio no sólo define un restaurante y otros espacios. También, forma un sector exterior para terrazas, jardines y estacionamientos para bicicletas. Y, dada su cantidad de elementos (hormigón, acero y cristal versus mobiliario de madera), el proyecto cuenta con 6 fachadas.
Entre estas, destaca la que forma el muro central de hormigón armado que da estabilidad estructural al complejo, que presenta “fisuras” o “rasgaduras” que permiten observar la iluminación interior de la edificación y, de paso, ayudaron a integrarlo a este escenario postindustrial que propuso el estudio. El “Sonnesgade 11” posee una superficie de 2.800 m2 y se completó en 2016, siendo nominado al premio Mies van de Rohe al año siguiente.