Formada por cuatro volúmenes de hormigón monolítico, esta iglesia, obra del arquitecto Fernando Menis, destaca por el interesante uso que se le dio al material, al que se le hicieron innovaciones simples para dar forma y carácter a este edificio, punto neurálgico del barrio de Las Chumberas, en San Cristóbal de la Laguna, España.
Las Chumberas es un barrio que es parte del ayuntamiento de San Cristóbal de la Laguna, la segunda ciudad más grande de la isla de Tenerife, España. Situado a unos 4 kilómetros del centro municipal, el barrio de Las Chumberas se encuentra próximo a un polígono industrial del mismo nombre, lo que de cierta forma define las construcciones de su área residencial, formada 670 casas que datan de la década de 1970.
Organizado en 42 cuadras, a las que luego se le agregaron centros comerciales y las ya mencionadas naves industriales, el barrio de Las Chumberas – más bien, su extrarradio- se vio desfavorecido a medida que la población se fue transformando. Por lo mismo, el año 2006 y con el Obispado de Tenerife como promotor del proyecto, el arquitecto español Fernando Menis planteó un proyecto que fuese un catalizador de los cambios urbanos y sociales que se daban en el barrio: una iglesia.
El nuevo edificio, dice el arquitecto en la descripción del proyecto, buscó “crear un lugar donde no lo había, dando al barrio una identidad propia y sirviendo como espacio de referencia en un tejido urbano confuso”. Para ello, Menis presentó un conjunto que incluyó la ya mencionada iglesia (la “Iglesia del Santísimo Redentor de las Chumberas”), un centro parroquial y “una muy necesaria plaza, rodeada de vegetación”, dijo el arquitecto.
De esta forma, se dio el vamos al proyecto que, además de contar con la promoción del Obispado de Tenerife, también contó con el apoyo de varios patrocinadores -pequeños empresarios que nacieron y se criaron en la zona- y de los vecinos del propio barrio, quienes se hicieron parte del proyecto vía donaciones para financiar las obras.
Volúmenes independientes que forman un punto de encuentro
Uno de los aspectos más interesantes del proyecto es que Menis determinó que el proyecto estuviese conformado por cuatro volúmenes independientes, los que se entregaron por fases dado el flujo desigual del financiamiento para llevar a cabo la construcción. Por lo mismo, el centro parroquial fue lo primero que se entregó, el año 2008, utilizando dos de los cuatro módulos considerados en el diseño.
Al respecto, el arquitecto comentó en una entrevista al portal Stirworld que “esta sección del complejo también tuvo que albergar las actividades típicas de una iglesia hasta que recibimos el financiamiento suficiente para la construcción de los otros dos módulos del proyecto”.
Fernando Menis comenta en la descripción del proyecto que la inspiración de éste nace de la “geología volcánica de la isla. El edificio aparece incrustado en el suelo, elevándose con sus cuatro volúmenes masivos que se asemejan a grandes rocas, y cuya textura rugosa contrasta marcadamente con el entorno”.
Entre los volúmenes que dan forma a este proyecto, aparecen estrechas “fracturas”, las que se encuentran protegidas por unas “estructuras escultóricas de metal y vidrio. A través de ellas se desliza la luz que acaba de configurar un espacio austero, libre de cualquier elemento superfluo”, dice Menis y destaca el rol que juega este elemento -la luz- en el diseño espacial, ya que al filtrarse entre las “rocas”, da forma a “un vacío introvertido, enfatizando cada sacramento cristiano”.
Hormigón, la elección natural para el proyecto
El hormigón jugó un rol primordial en la ejecución de este proyecto. Es, primero, el material principal y cumple con diversas funciones, las que van desde dar forma a la fachada, como sistema estructural, “forma, materia y textura”, dice el arquitecto en la descripción del proyecto. En la entrevista al portal Stirworld, asegura que “se utilizaron innovaciones de tecnología de baja tecnología con hormigón y piedra para ejecutar este proyecto”.
Por ejemplo, la fachada de la iglesia, de naturaleza rugosa, se crea a partir de estas innovaciones en el material para marcar un contraste con el contexto residencial que rodea al complejo. Al mismo tiempo, los volúmenes de hormigón, que forman “rocas”, son claves en dar cuenta de la inspiración geológica y local que posee la Iglesia del Santísimo Redentor de las Chumberas.
Para el arquitecto, optar por el hormigón estuvo en discusión. Primero, “se trata de un material disponible localmente; por su naturaleza isotrópica, tiene una eficiencia energética que se ve reforzada en este proyecto por la inercia térmica de los gruesos muros macizos y, para esta obra en particular, se explora su potencial acústico de manera innovadora, desafiando la creencia de que es inferior acústicamente a materiales como la madera”, destaca.
La construcción de la “Iglesia del Santísimo Redentor de las Chumberas” tomó 15 años, finalizándose las obras de la iglesia en 2020 y del entorno al año. Recientemente, esta obra le valió a Fernando Menis el International Prize for Sacred Architecture 2024, galardón que reconoce la arquitectura de templos religiosos alrededor del mundo.