AVA Communications Company: Un edificio de hormigón en permanente movimiento

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Emplazado en un “hub” tecnológico cerca de Teherán (Irán), el complejo que alberga las oficinas y talleres de la empresa de tecnología no difiere de un edificio de hormigón tradicional, salvo por un detalle: un “vacío” central que invita al movimiento y que define las formas curvas de su fachada.

El Parque Tecnológico Pardis -ubicado a unos 20 kilómetros al noreste de Teherán, capital de Irán- es un espacio que se constituyó el año 2005 bajo el patrocinio y auspicios de la Vicepresidencia de Ciencia y Tecnología del gobierno del país persa. Se ubica en una zona de 58 hectáreas (las que pueden expandirse a 1.000) y su objetivo es impulsar el desarrollo de industrias vinculadas a la tecnología, además de potenciar el intercambio de conocimiento entre el sector público y el privado.

En este parque tecnológico que, a su vez, se divide en tres fases de desarrollo, el estudio de arquitectura KRDS (Kourosh Rafiey Design Studio) llevó a cabo el proyecto que dio forma al edificio que alberga a las oficinas y talleres de la AVA Communications Company, firma iraní especializada en tecnologías de la información. El proyecto, según explicita el estudio en la descripción del proyecto, ocupa un plano de “800 metros cuadrados al final de una calle sin salida, con una peatonal amplia rodeando la parte trasera del complejo”.

El estudio organizó el programa del edificio alrededor de tres pisos sobre el nivel de suelo y un subterráneo, en el que las oficinas administrativas de la empresa se dejaron en los pisos superiores, mientras que el subterráneo se destinó para el taller y estacionamientos, con la entrada principal situada a nivel de piso. “Sin embargo, debido a la pendiente del sitio, se incorporó una entrada independiente al taller en el nivel subterráneo a través de un sendero peatonal adyacente”, precisaron desde el estudio.

Como elemento distintivo, además de la forma del edificio, se colocó un avión en desuso como elemento escultural que, además, influenció fuertemente al diseño arquitectónico de todo el proyecto.

Un espacio que da movimiento al edificio

Dada la ubicación del proyecto -al final de una calle sin salida- el edificio queda “oculto” a la vista de los transeúntes. Para remediar esto, los arquitectos inclinaron la planta superior hacia el final de la calle, estableciendo así una conexión visual con los peatones. “Esta rotación genera un volumen curvo en la parte posterior del edificio que se alinea con la peatonal ubicada al este”, explicaron los arquitectos.

Además, dicen desde el estudio, se genera una distancia espacial mínima respecto a una de las alas del avión, lo que produce un gran “vacío vertical a lo largo de la fachada oeste, que comienza en un tragaluz en el último piso y continúa hasta el suelo”.

En ese sentido, desde el estudio destacan que este “gesto”, como lo describen, no sólo se ciñe al exterior, sino también, se integra a la masa del edificio, “formando un atrio de varios niveles que conecta el interior con el exterior”, puntualizaron. Gracias a este vacío, agregan desde el estudio, se permite el ingreso de luz natural y ventilación en los cuatro niveles del proyecto.

Hormigón como solución arquitectónica y estructural

De acuerdo con los arquitectos, la “manipulación volumétrica” que posee el proyecto se refleja en la lógica estructural del complejo. “A lo largo del eje central del edificio, todas las columnas están inclinadas, contrastando con los soportes verticales del ala sur. En conjunto, forman bifurcaciones rítmicas que se asemejan a las ramas de los árboles, definiendo la experiencia en el espacio interno”, comentaron desde el estudio.

Si bien en un comienzo se decidió utilizar sólo hormigón armado para toda la estructura, finalmente se incorporó acero a las juntas entre las columnas inclinadas y los muros curvos. “Este sistema híbrido presenta un contraste táctil entre materiales, subrayando la dinámica geométrica del edificio”, puntualizaron los arquitectos en la descripción del proyecto.

Con cerca de 1.000 m2, el nuevo edificio de la AVA Communications Company evidencia cómo la circulación refuerza el marco conceptual del movimiento a través del espacio. Una escalera metálica suspendida va serpenteando por el vació central, conectando los cuatro niveles del edificio. Este elemento, dicen los arquitectos, es visible inmediatamente desde la entrada, actuando como núcleo funcional y marcador espacial, marcando distintos niveles de experiencias espaciales.

“Ascender por la escalera ofrece una interacción continua e inmersiva con la arquitectura del edificio”, aseveraron desde el estudio. “Un viaje orquestado a través del volumen, la luz y estructura”.

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