Bodega de Viña Gurdau: Una “colina artificial” de hormigón para disfrutar de un buen vino

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En la búsqueda por actualizar sus instalaciones, pero respetando la tradición del lugar y el entorno colindante, Viña Gurdau decidió construir unas nuevas bodegas para su vino. Para ello, el estudio de arquitectura Ales Fiala, estudiando el paisaje, diseñó una “colina artificial” en la que el hormigón arquitectónico tomó protagonismo indiscutido.

Ubicada en la región de Moravia, al sureste de República Checa, la localidad de Kurdejov posee un extenso legado en lo que a producción de vinos se refiere, el que se remonta a “miles de años, cuando las primeras viñas oficiales se instauraron durante el siglo XIII, cuando se consederaba a Kurdejov como uno de los lugares más importantes para el desarrollo vitivinícola”, comentan desde Gurdau, una pequeña viña que se estableció en 2012 en los valles de esa localidad checa.

Desde entonces, Gurdau cultivó no sólo vinos, sino también, una relación de amor y respeto por el entorno, el que está dado por las verdes colinas y valles que rodean a esta pequeña localidad checa y que es el corazón de la viña.

Y si bien la Viña mantiene un fuerte arraigo con la zona donde se encuentra, en su búsqueda por actualizar sus instalaciones, se decidió la construcción de una nueva bodega cuyo diseño arquitectónico, aunque moderno, mantuviese la conexión con su entorno. Para ello, Gurdau inició los contactos con el estudio de arquitectura Ales Fiala, cuya propuesta se basó en una edificación de hormigón armado inserto en pleno corazón del viñedo.

Un techo verde transformado en colina artificial

Desde las primeras propuestas se consideró instalar las nuevas bodegas en el lugar más eficiente de la Viña, su centro. Esto, de acuerdo con el estudio de arquitectura, “es al mismo tiempo poético e intencionado, ya que se aleja de la localidad de Kurdejov y brinda bellas y encantadoras vistas del paisaje”.

Dado el contexto del paisaje -colinas y valles- la nueva bodega de la Viña tomó la forma de una suave curva, teniendo especial cuidado en la integración del edificio con el terreno y su conexión con la vegetación natural y cultural.

Por ello, el techo del edificio se diseñó como un extenso espacio verde y en el área que rodea a la bodega se plantaron 150 árboles maduros, los que a menudo crecen a través del techo, que además posee perforaciones que permiten el ingreso de luz natural al complejo.

Hormigón arquitectónico y atención por el detalle

Finalmente, un edificio de dos pisos dio vida a la nueva bodega de la Viña Gurdau. Esta edificación, fabricada con hormigón armado, posee varias funciones. Por ejemplo, la parte subterránea alberga un sótano que se utiliza para la producción, almacenamiento y preservación del vino. La planta baja posee áreas destinadas a la cata y venta del mosto. En la planta superior, se dejaron dos departamentos disponibles para quienes busquen alojamiento por la noche en la Viña.

Para el estudio de arquitectura, el uso de materiales como el hormigón arquitectónico junto con otros como cristal, acero y elementos de madera, “da un soporte a la forma orgánica del edificio”, la que se define a través de su techo curvo y verde. “Al mismo tiempo -aseguran desde el estudio- la mayor parte de la atención se va a lo preciso de la construcción y al detalle”.

Gracias a las formas curvas, dictadas en gran medida por el techo de la nueva bodega, el estudio de arquitectura logró integrar al paisaje a este nuevo edificio de manera suave, “creando una sensación calidad y armónica”, dicen desde el estudio. Las terrazas en el techo -que actúa como una colina artificial- ofrecen vistas únicas de la localidad de Kurdejov. Y, gracias a su disposición interior, la nueva bodega de Viña Gurdau brinda a los visitantes todo lo que se espera de la experiencia de disfrutar un buen vino.

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