En uno de los suburbios de Guangzhou se emplaza este particular edificio cuya forma transita desde lo vertical a lo horizontal desde una sola línea gracias a un suave techo curvo, brindándole un carácter especial a este complejo fabricado con hormigón arquitectónico.
La ciudad de Guangzhou (o Cantón) se ubica al sur de China, sobre el río de las Perlas y es la quinta más populosa de ese país, junto de Shanghai, Beijing, Shenzhen y Chongquin y, además, con Guangdong, Macao y Hong Kong, forma el área metropolitana urbanizada más grande del mundo. Asimismo, junto con las ciudades vecinas de Foshan, Dongguan, Zhongshan, Shenzhen, y parte de Jiangmen, Huuzhou, Zhuhai y Macao, formando la aglomeración urbana más grande del mundo.
Dada su posición en el delta del río de las Perlas y su conectividad con Hong Kong -a unos 120 km al norte- Guangzhou posee un gran desarrollo económico, que se traduce en varios hitos. En el caso de su arquitectura, es posible encontrar edificaciones creadas por prestigiosos arquitectos como Zaha Hadid (la Casa de la Ópera), la famosa Torre de Guangzhou o el moderno desarrollo urbano en la ciudad nueva de Zhujiang, centro neurálgico de la actividad comercial de esta urbe.
Si bien estos modernos edificios se encuentran dentro del radio urbano, en los suburbios de Guangzhou también es posible encontrar este tipo de proyectos, por ejemplo, la “Biblioteca en el Valle”, del Centro de Diseño de Haoyuan Group, cuya forma se pensó para “transformarse en un símbolo de la comunidad”, explicaron los arquitectos.
Un edificio para redescubrir la vida en comunidad
Ubicada en una comunidad llamada Tian Ren Shan Shui, que ocupa poco más de 6.000 hectáreas de terreno y en la que se desarrollan actividades artísticas, donde además existe un espacio para la salud y un resort enfocado al turismo local. En ese sentido, la idea de los arquitectos fue crear “una edificación importante para que los más ancianos puedan sentir lo esencial de vivir en comunidad: recuperar el valor de la vida”.
En ese sentido, tanto la ubicación como forma de este proyecto resultaron esenciales. Primero, la nueva biblioteca se ubicó en un valle triangular que cuenta con un área de poco más de 1.000 m2, el que se encuentra rodeada de caminos en sus tres lados. La dificultad del proyecto radicó en su altura que, por las características del sitio, eran disímiles unas de otras.
Por ejemplo, uno de los lados del plan se encuentra próximo a un alto muro de contención, por lo que hubo adaptar el sitio e incluso después de retirar esa barrera, el proyecto contó con un plan trapezoidal de unos 500 m2.
Resuelto ese tema, los arquitectos tomaron como inspiración una clásica escena del filme “Perfume de Mujer” para desarrollar la forma de esta nueva biblioteca, que según el equipo, simboliza “la elegancia y pasión de la danza que, a su vez, simbolizan el entusiasmo por la vida”.
Desafiando las formas con hormigón arquitectónico
Dadas las restricciones del plano, la forma de la biblioteca se simplificó a dos líneas concisas: una recta que forma un muro de 24 metros de alto, que transita desde lo vertical hacia lo horizontal con una curvatura suave que da vida un techo curvo lo que, de acuerdo con los arquitectos, representa a “la elegancia de los bailarines de tango” en alusión a la cinta de la cual se inspiraron. Esta forma, en conjunto con el paisaje que rodea al nuevo edificio, crea un “impacto visual poderoso y cómodo”.
Para dar forma a los muros y al techo de la biblioteca, se utilizó hormigón que se dejó a la vista. Esto, según los arquitectos, porque “se trata de un material simple y original que da expresividad a la figura del edificio”. Para los techos hiberboloides y los aleros inclinados, se utilizó un encofrado especial que se desarrolló gracias a un modelo tridimensional creado por el estudio, el que luego se utilizó como soporte de moldaje a escala y con la ayuda de maquinaria especial, se lograron fabricar moldajes hiperboloides de calce perfecto para la construcción del proyecto.
Todo el edificio, tanto muros como techo, se construyeron con hormigón a la vista o arquitectónico. Para que la luz natural ingrese al complejo, se dejó una rendija a 24 metros de altura, creando así una atmósfera elevada y tranquila, “tal como una iglesia gótica, facilitando así que las personas se mantengan en silencio, leyendo y pensando”, destacaron los arquitectos del proyecto.