Auguste Perret: El hormigón armado como piedra angular de la arquitectura

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El gran responsable que hoy en día hablemos de “hormigón arquitectónico” es el maestro francés, quien en la primera mitad del siglo XX adoptó al hormigón armado como su material de primera línea y lo dotó de un carácter que, en ese entonces, no se había visto. Considerado una figura angular de la arquitectura moderna, en Hormigón al Día repasamos su historia y algunas de sus grandes obras, las que perduran hasta nuestros días.

En la actualidad, construir una edificación sin considerar al hormigón armado como parte esencial del proceso es impensable. Desde obras civiles a inmobiliarias, que consideren elementos  como fundaciones, muros estructurales, vigas o columnas, todo elemento presente en un proceso constructivo fabricado –ya sea in situ o prefabricado– con hormigón considera su armadura de acero, cuyos beneficios constructivos están más que probados.

Sin embargo, la adopción del hormigón armado como parte esencial del diseño arquitectónico en la construcción de una estructura no hubiese sido posible sin la figura de Auguste Perret, arquitecto francés que tomó al material, lo sacó de los círculos de la ingeniería civil y lo llevó a obras que hasta el día de hoy, son claves para comprender la importancia y evolución que tendría el hormigón en el desarrollo de la arquitectura.

Esto, porque Perret le brindó al material un diseño con carácter que otras estructuras no poseían. Por ello, se considera al galo como uno de los arquitectos más importantes de la arquitectura moderna.

Perret (1874-1954), nació en la localidad de Ixelles, Bélgica, donde su familia, de origen francés,  fue exiliada por motivos políticos. Su vínculo con el hormigón como material principal se produce por dos momentos: su trabajo en la pequeña firma de construcción de su padre, quien ya tenía cierto nombre en el uso del material y su paso por la Escuela de Bellas Artes de París, donde cursó arquitectura pero cuyos estudios abandonó a los 23 años, en 1897.

Justamente, esas experiencias formadoras lo llevaron a considerar al hormigón (y al hormigón armado) como elemento fundamental del diseño de sus obras. Prueba de ello es que en 1903 firma su primer gran proyecto: un edificio residencial en Rue Franklin. Esta primera obra contiene los elementos que se transformarían en la firma de Perret para sus futuros diseños: el uso de hormigón armado no sólo en la estructura, sino también en todos los detalles y decoraciones de la fachada.

Foto: Fachada del edificio de departamentos de Rue Franklin, proyecto de Auguste Perret en el que utilizó hormigón armado en la fachada para destacar sus propiedades arquitectónicas

El año 1905 funda la oficina A & G. Perret Architects junto a su hermano Gustave y al poco tiempo después, funda la constructora Perret Frères Entrepreneurs con su otro hermano, Claude. Así, Auguste Perret desarrolla su vida profesional, en las que el hormigón armado y su visión de éste tanto como elemento constructivo como de diseño, fueron consolidándose a través de sus proyectos.

Otro de los aspectos que hace única a la arquitectura de Auguste Perret son los rasgos neoclasicistas y los grandes ventanales impresos en sus diseños, que se funden con el uso del hormigón armado (“hormigón estético”, como definía Perret al material) para sus proyectos. Prueba de ello son el Garage Pontheau (1905), obra en la que transformó la fachada de hormigón del edificio en un gran marco relleno cristal, y la rehabilitación de la fachada de la catedral de Notre-Dame de Raincy (1922), considerada por muchos entendidos como la perfección de esta técnica.

Foto: Garage Ponthieu. Proyecto de 1905 en el que Perret transforma la estructura de hormigón armado en un marco para los cristales art-decó de la fachada.
Foto: Interior de la catedral de Notre-Dame, de Reincy. La fachada de hormigón armado forma múltiples marcos para los cristales, una firma característica de Perret.

Sin embargo, muchos entendidos consideran que la gran obra maestra de Auguste Perret es la reconstrucción de la ciudad de Le Havre tras la Segunda Guerra Mundial, encomendada al arquitecto en la primavera del año 1945 por el Ministerio de la Reconstrucción y Urbanismo francés. Perret estuvo a cargo de un equipo de 18 jóvenes arquitectos. La reconstrucción, liderada y en la que Perret se involucró activamente, es considerada por muchos urbanistas europeos como el mayor éxito de la reconstrucción posguerra. Se destaca el hormigón armado, por cierto, pero además se presenta una composición ordenada que oculta su espíritu clásico. Por ello es que el año 2001 fue declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

Con discípulos como Le Corbusier, Jean Renaudie o Pierre Jeaneret, a Perret también se le considera un maestro. “Perret no sólo fue un revolucionario, es un continuador. Su personalidad entera está en esta continuación de grandes, nobles y elegantes verdades de la arquitectura francesa”, destacó Le Corbusier.

“La arquitectura se acapara del espacio, le limita, le encierra. Tiene este privilegio de crear lugares mágicos, auténticas obras de la mente”, comentó en una ocasión Perret. Y es que sus obras realizan precisamente eso: trasladan obras desde su imaginario al espacio vacío de las ciudades, transformándolas. Gracias a su influencia, esos espacios se rellenan con hormigón armado, material que pasó de ser frío a tomar características artísticas, que desarrollarían otros arquitectos siguiendo su ejemplo.

Revisa en el video el proceso de reconstrucción de la ciudad de Le Havre

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