Un imponente techo de hormigón que parece estar “suspendido”, desafiando a la gravedad, es el elemento arquitectónico principal que da forma a este espacio cultural que, desde su diseño, plantea un recorrido para el visitante que está guiado por este concepto de “paisaje vertical”, en el que el hormigón toma un protagonismo absoluto.
Ubicada en la región suroeste de China, la provincia de Yunnan limita con la frontera norte de países como Myanmar, Laos y Vietnam, además de las regiones autónomas de Guangxi y del Tíbet. Eso, sin dudas, explica la rica diversidad cultural y natural que pose esta zona del denominado “gigante asiático”, en la que conviven diversas etnias y que es conocida por sus impactantes paisajes montañosos, sus campos de arroz y coloridos templos.
En la región este de la provincia se encuentra la ciudad-prefectura de Qujing, urbe que es puntal para llevar a cabo un importante plan de desarrollo urbano para toda esa zona, lo que significó una serie de proyectos destinados a crear hitos arquitectónicos que reflejen la herencia cultural de esta parte del país y, al mismo tiempo, conviertan a Qujing en una ciudad moderna, que sea reflejo de la transformación urbana que se propone para la región.
“Qujing es única en su tipo. Dos milagros imposibles coexisten en la ciudad: la Tablet Longyan, reliquia arqueológica que marca la invención de un importante estilo caligráfico, y el fósil de un pez de 400 millones de años, que reescribió la geología en la historia de la humanidad”, dicen desde el estudio de arquitectura Atelier Group que, junto a el estudio Hordor Design Group, dieron forma al Museo del Centro Cultural Quijing, un edificio que, de acuerdo a la descripción que brindaron sus arquitectos al portal Deezen, es un “paisaje vertical de hormigón”.
Diseñar para la exhibición de la historia cultural china
El actual diseño del museo se impuso a otras propuestas en un concurso público el año 2009. Desde ahí, los arquitectos refinaron la propuesta durante otros dos años y luego, el proceso de construcción del edificio tomó otros 5 años hasta su inauguración, en 2015.
Si bien para los arquitectos resultaba importante que el edificio fuese una extensión del paisaje urbano, además buscaron darle una impronta desde el punto de vista arquitectónico que fuese más allá de convertirse en el telón de fondo de la ciudad, haciendo que el edificio interactúe con todo el espacio que le rodea.
En ese sentido, desde el estudio Atelier Group detallan que la entrada al museo se ubica en el centro del edificio. “Al comenzar con las visitas a las salas de exhibiciones, un plató de hormigón eleva a los visitantes a un punto estratégico en el espacio. Escalones procesionales definen una suerte de plaza vertical, que es reflejo del techo suspendido”, explicaron desde el estudio en la descripción del proyecto.
El rol del hormigón en la planificación arquitectónica
Precisamente, el techo suspendido es uno de los elementos más importantes dentro del diseño del museo. La estructura se creó, de acuerdo con la descripción del proyecto, para dar una sensación de “anti-gravedad” que “asombra a los visitantes”, comentaron desde el estudio.
El perímetro del techo es escalonado y visiblemente asimétrico. Asimismo, la forma del techo se refleja en el paisaje bajo este elemento, creando así un plató elevado que ofrece una vista al paisaje colindante. El espacio que se genera entre el techo suspendido y el plató -esta suerte de “plaza vertical”- “reinstala la seriedad y el tema que da inspiración al edificio: una historia profunda que se remonta a más de 400 millones de años”.
Para el revestimiento de los muros exteriores del museo se utilizaron paneles de hormigón, los que se combinaron con paneles de metal y losas de pavimento grises, entregándole al complejo una uniformidad que oculta su naturaleza más compleja. “Un paisaje vertical de cortinas de hormigón desciende desde el techo hasta el suelo. Así, a medida que los visitantes penetran este paisaje y llegan a las áreas de exhibiciones, la geografía y la humanidad convergen en ese mismo instante”, subrayaron los arquitectos en la descripción del proyecto.
Desde su inauguración en 2015, el Museo del Centro Cultural Qujing recibió el beneplácito tanto de sus visitantes, como también, de portales de arquitectura internacionales -como Deezen- que lo destacaron por su particular configuración. “En lugar a asimilarse a analogías del espacio -los campos de terrazas de arroz, los fósiles o los trazos caligráficos- la expresión formal de la arquitectura se encuentra en un diálogo abierto entre lo concreto y lo abstracto, lo familiar y lo desconocido”, subrayó el estudio.