En la última década, el uso de enfierradura industrializada en la construcción nacional ha experimentado un crecimiento sostenido, pasando aproximadamente de un 20% en el año 2007, a instalarse en un 42% en 2018, cifra que, de acuerdo a los diversos actores, se espera llegue a 2020 a representar cerca del 50%.
Esta evolución progresiva demuestra que las empresas se han ido dando cuenta cada vez más de las ventajas constructivas que entrega este tipo de soluciones, cuyo uso permite asegurar la calidad y aumentar la productividad en el desarrollo de la obra.
El impulso a la enfierradura industrializada y sus avances fueron parte de la discusión del ciclo “Conversaciones en Concreto”, instancia técnica organizada por Revista Hormigón al Día y El Instituto del Cemento y del Hormigón de Chile (ICH), que busca reflexionar respecto de las principales temáticas que inquietan a la industria.
A la cita asistieron Sergi Ferraté, Director Comercial de Torres Ocaranza; Humberto Saavedra, Gerente Comercial de Acma; Manuel José Navarro, Gerente General de Atcacero; Juan Carlos Gutiérrez, Director Ejecutivo del Instituto Chileno del Acero (ICHA), Luis González, Gerente General del Instituto Tecnológico de la Enfierradura para la Construcción (ITEC) y Augusto Holmberg, Gerente General del ICH.
Planificación en obra
En los últimos años, se percibe un incremento en iniciativas referidas a construcción industrializada. De acuerdo a lo que señala Luis González, Gerente General del Instituto Tecnológico de la Enfierradura para la Construcción (ITEC), en la última década, efectivamente la enfierradura industrializada creció, pasando de un cercano 23% alrededor de un 40%.
En ese escenario la constructora recibe las piezas precisas para armar los elementos estructurales, presentándose también una importante reducción de los factores de incertidumbre, en la medida en que la enfierradura se fabrica en una planta industrializada. “Así, los beneficios de esta solución pasan por las mejoras en los tiempos de fabricación y entrega. Mejoras en los costos de nuestros clientes al tener un producto más eficaz y eficiente que no genera despuntes ni mermas y que solo se paga por lo realmente entregado”, añade Sergi Ferraté, Director Comercial de Torres Ocaranza.
Hasta ahí la historia es positiva. No obstante, en terreno son varios los factores que hoy determinan su éxito. Uno de ellos es la mano de obra que instala el producto. “Se puede llegar con un proceso muy industrializado hasta la obra, pero de la puerta hacia adentro nos encontramos con el subcontrato del personal que sigue haciendo las faenas de manera tradicional. No obstante esto lo vemos como una oportunidad de crecimiento en el sentido de ir mejorando las capacidades del instalador”, detecta Luis González.
En otras palabras,
“toda la productividad que se logra ganar en planta, al llegar a obra se pierde por prácticas que arrastra la construcción tradicional. Se produce un choque, donde el instalador actúa como un filtro entre la planta y la constructora. En ese sentido creo que hay un desafío, como es el de la profesionalización del oficio”, destaca Humberto Saavedra, Gerente Comercial de Acma.
Otro factor que determina el éxito de la enfierradura industrializada es la responsabilidad que asumen las constructoras, respecto de cómo planifican la obra, lo cual tiene un impacto crítico en la industrialización.
“Los cambios de planificación o las solicitudes bajo la lógica de tener acopiado el material en la obra, toda esa logística termina impactando al instalador de turno, de manera brutal. Industrializar requiere de por sí planificar un proyecto. Y para mi gusto no se hace a nivel de las constructoras. Junto con ello, no le estamos dando las herramientas a la gente en terreno”, complementa Manuel José Navarro, Gerente General de Atcacero.
Desde el ICHA la visión es bastante positiva, como lo señala Juan Carlos Gutiérrez, su Director Ejecutivo, más allá de los desafíos que restan por subsanar,
“lo primero que pondría en valor es dónde estamos hoy. Una década después, que estemos hablando de un 40 o 42%, es el doble en 10 años. Se está luchando contra una inercia, esa inercia que se da con la constructora y otros actores como son las oficinas especialistas. Tenemos que pensar que hay un espacio ganado, se han hecho también ajustes, donde por ejemplo las constructoras están detectando otros problemas, como la instalación o el mal acopio de los materiales”.
¿Innovación o tradición?
En la industria hay un cierto consenso de que es la falta de innovación la que amenaza la aplicación de la industrialización en el país, junto con el miedo al cambio. “Me llama la atención que desde las siderúrgicas hasta la constructora que ejecuta el proyecto, no exista un cambio real para mejorar la productividad en torno a la enfierradura”, denota Sergi Ferraté.
Generalmente los proyectos de ingeniería que hoy se ejecutan, en el camino sufren diversas modificaciones. “Ese constante cambio de elementos ha significado que se prefiera el camino de la enfierradura artesanal, especialmente en la construcción de edificios, porque no requiere de planificación, aunque genere un mayor costo”, prosigue el ejecutivo de Torres Ocaranza.
Si hablamos de innovación y avances en lo que es enfierradura industrializada, para Augusto Holmberg, Gerente General del ICH, hay un antes y un después en lo que es el corte doblado, “este es un pequeño avance de la industrialización de la enfierradura. Sin embargo, se puede ir más allá, la enfierradura no solamente puede llegar cortada y doblada, sino que cortada, doblada, ensamblada y lista para ser tomada y puesta en obra. Sin embargo, no hemos avanzado lo suficiente en estos desarrollos”.
Es el caso del acero electrosoldable. Un producto que tiene varios años, pero que “en Chile ha tenido una penetración muy lenta, y creo que de cierta manera somos nosotros los que tenemos que potenciarlo, no esperar que otros lo hagan”, comenta Humberto Saavedra. Justamente el traspaso de la enfierradura tradicional a mallas electrosoldadas ha sido un camino de largo aliento que aún no se logra reinterpretar en los planos.
Como lo resumen Sergi Ferraté, en lo que es enfierradura se ha innovado mucho, pero aún queda más por innovar y seguir avanzando, “lo que ocurre es que parte de los actores son a los que les cuesta dar ese paso hacia adelante. La tecnología, las máquinas, la experiencia y las personas están, lo que falta es implementarla, hacer un trabajo de aprendizaje y el resto vendrá solo”.
Otro desarrollo, de larga data en el extranjero pero que en Chile lleva cerca de 10 años en su introducción a nivel de distintas especialidades, es el Modelado de la Información o BIM (Building Information Modelling). “Hoy se está logrando incorporar el BIM. Bajo esta plataforma se entregan planos estandarizados y todas las especialidades que participan en el proyecto cuentan con la misma información”, destaca Sergi Ferraté.
Para Juan Carlos Gutiérrez la metodología BIM existe desde hace mucho tiempo, “y creo que es un paso lógico. Lo que sí el sector tiene que buscar un espacio propio. Hay que luchar porque la inercia tenderá a que los costos estén controlados, a disminuir los riesgos, y eso es seguir en el camino de la construcción artesanal”.
Detallamiento
La ruta crítica de la obra gruesa es el fierro y moldaje. Si bien el foco debiese ser el de reducir las interferencias de esas partidas, no obstante in situ, no sucede.
“En nuestro caso llevamos más de un año brindando el servicio de detallamiento como un ítem aparte, pudiendo controlar el proyecto desde todas las aristas. En proyectos mineros cada vez es una exigencia superior que el proveedor de la enfierradura desarrolle el detallamiento. Y esa es una línea de trabajo que estamos potenciando, de manera que el proyecto quede claro desde su inicio”, comenta Ferraté.
En esa línea Augusto Holmberg destaca que en Chile se tiene una práctica de detallamiento, no sólo de gran cantidad de detalles, sino que concentrada en la oficina de cálculo. “Hay ciertas empresas de ingeniería que ya están pensando en no hacer detallamiento y quedarse con la parte más dura de la ingeniería. También se está pensando en que el BIM pueda llevarnos a pensar esta disciplina de una manera distinta”.
En las estructuras de acero, el detallamiento en Estados Unidos forma parte del diseño, mientras que en Chile es lo contrario. “El camino es tener un manual de detallamiento de enfierradura y que ojalá sea una disciplina específica, independiente de que esté adentro de la oficina madre o afuera, pero que sea nítido el oficio de detallador”, comenta el Director Ejecutivo del ICHA.
Se apunta a que la cadena completa sea parte de este escenario de industrialización. Desde la ingeniería hasta el mandante, pasando por la constructora, de lo contrario “vamos a seguir chocando con dos realidades distintas”, expresa Humberto Saavedra.
Hay que hacer un cambio en el modelo. “El detallamiento es responsabilidad de la constructora. Del momento que se le saca a la disciplina estructural y se traspasa, ya no estamos obligados a pagar dos veces por un mismo trabajo”, concluye Manuel José Navarro.
Saber transmitir a las empresas constructoras, de ingeniería, calculistas, administración e incluso a los proveedores de materia prima, todos los beneficios que es capaz de generar la enfierradura industrializada en la ejecución de los proyectos de construcción, es parte de un desafío mayor.
Esta tarea es amplia y desafiante, y se está enfrentando desde el ICHA en lo referido al acero, y el ICH desde el punto de vista del hormigón, pero requerirá de un trabajo en conjunto con otras áreas de la construcción. n