Plan B: Una “casa subterránea” de hormigón para tiempos de crisis

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¿Cómo serán las viviendas post pandemia? El estudio del arquitecto ucraniano Sergey Mahkno entrega una aproximación a esa respuesta con el diseño de un proyecto en el que el espacio habitable se desarrolla bajo tierra y en el cual, el hormigón es mucho más que un mero material constructivo. En el siguiente artículo, te contamos más de esta interesante propuesta.

Sin lugar a dudas, la pandemia provocada por el Covid-19 afecta a todo el mundo a niveles que van más allá de los estrictamente sanitarios. Desde las relaciones humanas y cómo se va a repensar el espacio público, a la forma en que nos imaginaremos la vivienda una vez que se supere la emergencia planetaria, son discusiones que varios profesionales ya están madurando y, en algunos casos, ya se cuentan con propuestas para responder a dichas interrogantes.

En ese sentido, la oficina del arquitecto ucraniano Sergey Mahkno presentó un proyecto de vivienda post Covid-19 denominada “Plan B”, cuyas características la hacen única en su naturaleza y en la que el hormigón juega un rol protagónico: se trata de un búnker completamente autónomo, con espacios residenciales que pueden emplazarse en cualquier locación, a 15 o más metros de profundidad.

Desde el estudio del profesional, comentaron al sitio especializado Dezeen que “nos dimos cuenta que el mundo tiene muchas sorpresas desagradables para nosotros y para las que incluso las ciudades más preparadas y seguras del mundo, no se encuentran preparadas”.

Con esa idea, se inició el diseño del “Plan B”, pero dejando atrás las estéticas crudas con las que se asocia a una construcción de este tipo. Más bien, la oficina de Sergey Mahkno plantea un espacio habitable con todas las comodidades que se pueden encontrar en viviendas de lujo. “Es un espacio pensado incluso para vivir independiente de lo que está pasando en la actualidad”, relataron desde el estudio.

Un “Plan B” lleno de posibilidades

La entrada a esta propuesta habitacional está formada por dos volúmenes de hormigón: uno que puede servir como helipuerto, y su base, que sirve de acceso principal al refugio. En rigor, el estudio de Sergey Mahkno planteó formas simples y concisas en el diseño sobre la superficie, utilizando hormigón como materialidad por la durabilidad de éste.

La base del helipuerto consta de tres accesos y, de acuerdo a recomendaciones internacionales, el “primer piso” de este búnker habitable debe situarse a 15 metros de profundidad. A medida que se desciende, el proyecto considera los siguientes espacios habitables: un salón de estar, un piso para el sistema de tratamiento de las aguas y el generador, un espacio para el equipo eléctrico y al final del “Plan B”, un pozo.

Al plantearse el diseño del búnker, el estudio explicó al portal Dezeen que “nos interesaba la pregunta si es posible, con la ayuda de soluciones arquitectónicas, recrear una vida completa, por un periodo prolongado de tiempo. Además, aparte de servir de refugio contra cataclismos y virus, quienes vivan en la casa underground “Plan B” podrán preservar sus valores y hobbies”.

¿Cómo distribuir un espacio subterráneo habitable?

Uno de los aspectos interesantes de este búnker de hormigón es su distribución. Desde la entrada, el estudio planteó el descenso al “primer piso” –o primera capa circular– por una escalera, accediendo a lo que sería la sala de estar del inmueble subterráneo, ubicada a una profundidad de, al menos, 15 metros. Este espacio, aseguran desde el estudio, tiene las comodidades para albergar de forma idónea hasta 3 familias. Los espacios en esta área, se subdividen con muros curvos y al centro, un tragaluz cilíndrico permite el ingreso de luz solar.

Asimismo, ciertos paneles de este sector presentan diseños que emulan los espacios verdes de la superficie. “Nos llamó la atención el poder experimentar con los espacios subterráneos de forma tal que podamos crear la ilusión de estar ‘arriba’, del mismo modo que lo haces cuando miras al cielo desde una ventana”, explicaron desde el estudio.

Esa lógica se mantiene, por ejemplo, en el diseño de las habitaciones principales, en las que también el diseño de esta “casa subterránea” contempla paneles y cielos digitales que sirven como “ventanas”, en las que se pueden ajustar distintas escenas del exterior.

Los arquitectos contemplaron además tres salidas, un “anillo” de evacuación resistente al fuego al que los habitantes del búnker pueden acceder desde cualquier punto interior del proyecto y, además, un jardín equipado con lo necesario para plantar vegetales y algunas frutas.

El arquitecto jefe del estudio, Sergey Makhno, comentó que “este proyecto refleja cómo continuará la vida humana bajo cualquier circunstancia y es también un intento de encontrar una respuesta sobre si la arquitectura es capaz de crear la impresión de la vida sobre la superficie, mientras ésta se desarrolla en las profundidades”.

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